En tiempos de trincheras ideológicas, de exaltación tribal y de un preocupante auge del racismo identitario, la voz de Josu de Miguel Bárcena (Bilbao, 1978) se erige como un faro de racionalidad y rigor intelectual. Profesor de Derecho Constitucional y analista incisivo, De Miguel desarma con solidez argumentativa los postulados del nacionalismo y reivindica con firmeza los valores del Estado de derecho y la concordia como pilares esenciales para la convivencia. En esta entrevista, abordamos con él los riesgos de la deriva identitaria, los desafíos de un federalismo asimétrico y la encrucijada en la que se encuentra España ante la cesión constante de competencias. También reflexionamos sobre la inmigración como uno de los grandes retos de nuestro tiempo y su instrumentalización por parte de distintos actores políticos.
—¿Cuándo se jodió el Perú? Qué lejos quedan los indultos…
No sabría decirte. En perspectiva, los indultos ahora me parecen poca cosa, la verdad. Al ser una legislatura dependiente de minorías, cada semana es una sorpresa.
—Abierto ya el melón de la inmigración, ¿cómo valoras que se considere en el acuerdo PSOE-JUNTS a un 24% de conciudadanos españoles, inmigrantes?
Son españoles, son ciudadanos; no tiene sentido hacer una diferenciación. En eso tiene razón Arcadi Espada: los que viajan de una parte de España a otra son ciudadanos de pleno derecho, no inmigrantes.
El burdo eslogan de «necesitamos inmigrantes para progresar económicamente» es falso; la llegada masiva de inmigrantes tensiona, entre otros, el problema más acuciante que tenemos: la vivienda.
Josu de Miguel
—Y sobre el debate de la inmigración a nivel general, ¿qué opinas?
Con respecto a la inmigración, llevamos cuatro o cinco años sin que el debate se haya producido. Todo motivado porque, como mayoritariamente la inmigración es latinoamericana, la integración ha sido rápida, suave, positiva y carente de conflictividad. En mi opinión, la reacción tiene que ver con la inmigración africana.
—¿Por qué?
Pues porque nos situamos al mismo nivel que otros países europeos en cuanto a las dificultades de integración, sensibilidades distintas o, si quieres llamarlo así, una suerte de desconfianza hacia determinados inmigrantes, como por ejemplo en el caso de los musulmanes por su religión. Además, a medida que aumenta la inmigración, aumenta el debate. Y luego ten en cuenta que rondamos los 48 millones de habitantes. El burdo eslogan de «necesitamos inmigrantes para progresar económicamente» es falso; la llegada masiva de inmigrantes tensiona, entre otros, el problema más acuciante que tenemos: la vivienda.
No hay que engañarse: la marcha atrás en estas cesiones es extremadamente complicada. Sobre todo porque en España existe el principio implícito de que las autonomías gestionan mejor que el Estado y, en muchos casos, por desgracia, es cierto.
Josu de Miguel
—En el caso catalán, ¿podrían llegar a seleccionar ellos la inmigración que quieren y enviar a los “desechables” a otras comunidades autónomas?
Vamos a ver, esto es algo que quieren hacer, una ensoñación nacionalista. Primero, deberían redactar una ley orgánica, porque la redacción actual es bastante chapucera, e imposible de aprobar con ese preámbulo faccioso. Segundo, sin entrar en detalles técnicos, me parece que tiene muchas complicaciones el control de la delegación. La chapuza es manifiesta.
—Las facultades accesorias…
Sí, porque una facultad accesoria no permite el desarrollo legislativo. Si puedes hacer reglamentos normativos, puedes desarrollar legislación básica del Estado. Si eso es así, entonces quizás no estamos ante una delegación, sino ante una transferencia. Aunque, poniéndonos en este supuesto, en última instancia —aunque lo veo difícil— tendrían la posibilidad de hacer políticas propias. Desde luego, esa es la intención de Junts para frenar el ascenso desmesurado de Aliança Catalana.
—Desde luego.
Además, el resultado es horroroso. Ya existen antecedentes históricos en los que la Generalitat elegía la inmigración en origen que le interesaba. ¿O algunos olvidan las oficinas que abrieron en Marruecos? El problema es que la jugada maestra no les salió muy bien y, en estos momentos, Junts no gobierna Cataluña, aunque bien podría ser que el PSC le hubiera delegado la responsabilidad.
Además, la cesión de competencias no asegura una mayor eficiencia…
Exacto. La obsesión regulatoria de la Generalitat la van a pagar también los catalanes, y conviene recalcarlo.
¿Caminamos hacia un Estado federal asimétrico?
Evidentemente, estamos ante un escenario en el que se pretende, por la vía ordinaria, legislativa y formal, consolidar una España federal y profundamente asimétrica.
Por último, ¿hay alternativa al desmembramiento? ¿Podremos desandar lo andado?
Todos los pasos que se vayan dando, como la transferencia de impuestos como el IRPF o el establecimiento de cupos financieros a la baja, suponen cambios estructurales en el reparto de competencias que son muy difíciles de revertir. No hay que engañarse: la marcha atrás en estas cesiones es extremadamente complicada. Sobre todo porque en España existe el principio implícito de que las autonomías gestionan mejor que el Estado y, en muchos casos, por desgracia, es cierto. La Administración General del Estado es un desastre.