El departamento de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación ha fijado en 439 ejemplares las cabras salvajes (Capra pyrenaica) que viven dentro del ámbito de la montaña de Montserrat. Esta cifra es ligeramente superior a la del censo del año pasado, que fue de 401, y viene propiciada por las buenas condiciones del hábitat, a pesar del aprovechamiento cinegético que se hace en la zona de caza controlada. Teniendo en cuenta la edad, tanto machos como hembras continuan al alza, mientras que el número de cabritos permanece estable. Estos números se obtienen a partir del censo que se hace en invierno, que es la época de celo en la que los machos y las hembras adultas se reúnen.
La población de cabras de Montserrat no ha asumido aún la capacidad de carga del sistema, pero «hay que continuar incidiendo en las medidas de gestión de la especie para que el número no siga aumentando», ha indicado el departamento en un comunicado. En 2025 se seguirá concediendo permisos para capturar ejemplares y contribuir de este modo a «establecer un equilibrio ecológico que permita que su presencia sea compatible con los diferentes usos que tiene la montaña». La gestión, además, también permite controlar que esta población no se expanda fuera de sus límites, donde puede sufrir daños o perjudicar a las actividades humanas.
Población homogénea, equilibrada y estable
Con el objetivo de mantener y preservar una población de cabras salvajes homogénea, equilibrada y estable, «teniendo en cuenta la capacidad de carga que tiene este hábitat y los resultados de los censos anuales, cada temporada de caza, durante el mes de mayo, se fija un aprovechamiento cinegético controlado, compatible con el resto de actividades y usos de la montaña». Así, los técnicos del Departamento de Agricultura elaboran un plan técnico de gestión cinegética en el que se fija el número de capturas que se podrán llevar a cabo durante la temporada.

Los cazadores, sobre todo locales, han de abonar unas tasas por estos permisos, que se han de ejecutar «con la modalidad de caza por acercamiento y siempre acompañado por un guarda de la reserva de fauna o un agente rural, responsables del control de la cacería». Ademas, se establece un calendario con «las fechas concretas de las cacerías, que van de noviembre a enero».
Única gestión posible
Actualmente, dada la orografía de la montaña, «la única gestión posible para controlar la población de cabra salvaje es el aprovechamiento cinegético», ha recordado el departamento, «se han planteado otras medidas, como la extracción de ejemplares vivos para repoblar otra zonas, pero la dificultad de encontrar zonas en las que poder sedar a los animales y transportarlos sin que sufran o mueran, no lo ha hecho posible de momento».
Montserrat, els Ports, el Montgrí y el Montsant

Esta especie de cabra salvaje solo se encuentra en las áreas montañosas de la Península Ibérica. Es un bóvido del género Capra que hay en el sur de Europa. En Cataluña era muy abundante, sobre todo en el sur y en el Pirineo. Pero decreció mucho por la caza y la aparición de la sarna. Actualmente se encuentra sobre todo en la Reserva Nacional de Caza dels Ports de Tortosa i Beseit y su entorno, en la Zona de Caza Controlada de Montserrat, en el macizo del Montgrí y en el Parc Natural del Montsant. Desde 2014 se vuelven a ver algunos ejemplares en el Pirineo, fruto de «un proyecto de reintroducción en la vertiente occitana».