El fichaje de David Broncano por RTVE ha vuelto a ser motivo de polémica tras conocerse la precaria situación económica de la televisión pública. La cadena, que prevé para este ejercicio un déficit de 60 millones de euros, ha sido objeto de críticas debido, entre otras cosas, al abultado presupuesto que destina a “La Revuelta” a pesar del lamentable estado de sus cuentas.
Te gastas 28 millones de euros para fichar a Broncano y ahora le tienes que bajar el sueldo a tus trabajadores.
— José Antonio Rodríguez (@joosearodriguez) January 30, 2025
Esta gestión en RTVE es el ejemplo perfecto de socialismo. pic.twitter.com/iIx0m5orkq
La discusión se ha vuelto viral en redes. Muchos usuarios consideran desacertado invertir tanto dinero –28 millones de euros– en un programa dada la delicada situación, calificando el momento de inoportuno. Éste anuncio ha revigorizado la controversia generada entorno al programa, que ya en un inicio recibió sonoras críticas por lo copioso de su presupuesto.
Éste debate reabre a su vez una conversación más profunda; la viabilidad económica de los medios de comunicación estatales, que parecen vivir al margen de las dinámicas de mercado por las cuales deben regirse el resto de organizaciones y profesionales de la información. Esta falta de fiscalización y responsabilidad alienta, de acuerdo con los detractores más críticos, la ausencia de políticas enfocadas a la gestión eficiente de los recursos y la búsqueda del beneficio, cayendo así en el derroche de los fondos públicos, que no deja de ser el dinero de los ciudadanos.
Sumado a este hecho, la percepción por parte de un sector relevante de la población de que el programa responde a un sesgo ideológico concreto parece agravar más la percepción pública sobre el formato de “La Revuelta”, que no ha estado exento de polémicas a lo largo su todavía corta trayectoria.
Esta crítica se extiende también al resto del panorama mediático estatal, causando malestar entre los ciudadanos, que ven su dinero invertido en una corporación de informativos que, a su parecer, dedica sus recursos a una programación «tendenciosa y sesgada».