¿Está la red social X en peligro? Que hay una corriente de izquierdas contra la plataforma es evidente. Pero una investigación del británico The Telegraph ha ido más allá al asegurar que entidades como el Center for Countering Digital Hate (CCDH) y Stop Funding Hate estarían trabajando para acabar con la influencia de la red de Elon Musk y poder así poner límites al discurso de los sectores más críticos de la sociedad británica. Ambas organizaciones, según este medio, estarían financiadas con dinero público a través de personas de la órbita del Partido Laborista.
🚨🇬🇧 Fondos públicos para ‘matar a 𝕏’ en el Reino Unido alarman sobre los intentos de silenciar a los críticos.
En el Reino Unido, dos organizaciones dirigidas por ‘seres de luz’ y dedicadas a la censura en línea, el Center for Countering Digital Hate (CCDH) y Stop Funding… pic.twitter.com/yXPJdMBizu— MΛRC VIDΛL (@marcvidal) January 29, 2025
Según ha explicado el analista y divulgador Marc Vidal en su perfil de X, esta investigación demostraría que «el CCDH, conocido por su campaña para «matar a Twitter de Musk«, recibió £200,000 de la Fundación Esmee Fairbairn, que a su vez obtuvo más de £300,000 del gobierno británico». A esto se sumaría que «Imran Ahmed, CEO del CCDH, mantiene vínculos cercanos con Morgan McSweeney, jefe de gabinete del primer ministro Keir Starmer, quien fue director fundador del grupo».
Presiones contra los anunciantes
En cuanto a Stop Funding Hate, «ha presionado a anunciantes para que dejen de financiar medios conservadores como GB News y Daily Mail». Esta organización, ha añadido Vidal, «recibió £100,000 de la Fundación Paul Hamlyn, que también ha obtenido millones de libras de fondos públicos y de la Lotería Nacional. Richard Wilson, líder del grupo, apoyó al exlíder laborista Jeremy Corbyn y se opuso al Brexit».
«Estos casos», ha concluido Marc Vidal, «exponen cómo el dinero de los contribuyentes está siendo canalizado hacia grupos que buscan silenciar voces disidentes, bajo el amparo de un gobierno que promueve la censura como herramienta política. La libertad de expresión, una vez más, paga el precio».