Hay personajes de película que haciendo caso omiso de todas las prescripciones morales al uso mueren sin arrepentirse e incluso cuando se saben desahuciados y a punto de expirar siguen intentando hacer todo el mal permitido por su lamentable estado. Algunos quizá recuerden al orgulloso general Messala en Ben-Hur, el malo malísimo de la película, quien ya en su lecho de muerte, tras haber intentado serrarle las ruedas de la cuadriga en el circo, confiesa a su rival y antiguo amigo que su madre y hermana, a las que él creía muertas, se encuentran vivas y padecen lepra.
Hay otros ejemplos paradigmáticos de malos como Bruno, el hijo consentido quien en “Extraños en un tren” intenta incriminar a Guy plantando su encendedor en la escena del crimen y muere sin arrepentirse, o como Liberty Valance, representante del mal en estado bruto, sin dobleces psicológicas, otro malvado inolvidable en el inasible universo donde todo ha sucedido y no cesa de suceder.
Malos reales
El mundo está plagado también de personajes malvados -basta con ver los noticiarios para hacerse cargo de su abundancia e incontables fechorías- aunque la mayoría de nosotros afortunadamente no tenemos que enfrentarnos a sus malas artes en el circo romano mientras la multitud ruge en las gradas, ni entablamos conversaciones casuales con desconocidos en un tren para perpetrar dos asesinatos cruzados sin móviles aparentes, ni nos vemos obligados a medir nuestras fuerzas con el matón del barrio en el callejón oscuro de una calle donde las tibias brillan a la luz de la luna. Pero haberlos, haylos y haylas, incluso en los ambientes donde uno esperaría que prevalecieran los buenos modales y la decencia. Estos días, sin ir más lejos, los ciudadanos de a pie contemplamos con asombro las turbias maniobras de algunos de nuestros representantes políticos y nos preguntamos cómo personajes de tan dudosa catadura moral han podido llegar a ocupar las más altas instancias del gobierno de España y utilizan con descaro sus cargos para retorcer la realidad hasta hacerla irreconocible y para achacar las culpas de sus perversas iniciativas a quienes optan por no secundarlas.
Estamos acostumbrados a que el presidente del gobierno y sus ministros hayan convertido en normal, no responder las preguntas que se les formulan para escurrir el bulto y esquivar la verdad, una suerte de pecado venial al que nadie otorga ya la menor importancia. Pero los más atrevidos del clan, con el presidente Sánchez a la cabeza, van mucho más lejos e intentan dar la vuelta a los hechos y presentar, por ejemplo, el borrado de los mensajes del móvil de García Ortiz, fiscal general del Estado investigado por su papel central en la filtración de datos fiscales de un contribuyente a los medios de comunicación, como una prueba incontestable de haber sido objeto de una acusación injusta por la que deberíamos pedirle perdón. No, Sr. Sánchez, deshacerse de pruebas incriminatorias no merece nuestro perdón sino nuestro deprecio y condena.
Burla a pensionistas y damnificados
El 23 de enero el Congreso rechazó la batería de medidas incluidas en el Real Decreto-ley
9/2024, de 23 de diciembre, en materia económica, tributaria, transporte y Seguridad Social que prorrogaba también algunos programas ya existentes para hacer frente a situaciones de vulnerabilidad social. Conocido como real decreto ómnibus, tres grupos de la oposición, PP, Vox y Junts, tumbaron el decreto en el Congreso, no porque se opusieran a todas las iniciativas gubernamentales, sino porque el gobierno de Sánchez se empecinó en que todas ellas fueran votadas conjuntamente, una especie de trágala gubernamental infumable. Entre la infinidad de medidas rechazadas, figuraban la actualización de las pensiones, ayudas a los damnificados por la Dana, subvenciones al transporte interurbano, etc., que no eran precisamente las que llevaron a los tres grupos parlamentarios a votar en contra.
«Es el gobierno, no la oposición, quien está utilizando a los pensionistas como rehenes y escudos humanos«
Clemente Polo Andrés
El gobierno de Sánchez está intentando aprovechar este lance parlamentario para arremeter contra PP, Vox y Junts, a cuyos diputados acusa de practicar una “oposición destructiva que causa dolor social”. Como haberlas también haylas, la vicepresidenta Montero, con el habitual tono desaforado al que nos tiene acostumbrados, ha demandado “que aquellos que se oponen al decreto-ley expliquen por qué y no den excusas baratas, sino que realmente den la cara”. Lo cierto es que el líder del PP le respondió de inmediato apuntando que es el gobierno, no la oposición, quien está utilizando a los pensionistas como rehenes y escudos humanos, y bastaría con presentar la revalorización de las pensiones y ayudas a los afectados por la DANA separadamente para contar con su respaldo. El líder de Junts le explicó incluso los pasos a seguir para hacerlo: aprobación de los reales decretos en un consejo de ministros extraordinario y presentación en el Congreso. Pero el gobierno insiste, erre que erre, en el todo o nada. Para excusas baratas, vicepresidenta Montero, las suyas y el gobierno tiene en sus manos solventar un problema atribuible exclusivamente a su obstinación.
Las ayudas del gobierno a los damnificados por la DANA es otro asunto que tiene también su miga. El presidente Sánchez y buen número de sus ministros se trasladaron a Valencia el 23 de enero, tantos eran los convocados que a duras penas cabían muy apretados en la cabecera de la mesa sobre la que se veía una pancarta que rezaba “Tots a una”. Una mentira más, porque Sánchez no invitó a las reuniones de trabajo a una parte del todo: al presidente del gobierno de la Comunidad Valenciana. Pisaba Sánchez por primera vez desde hace tres meses aquellas tierras, tras salir a calzón ‘quitao’ de Paiporta mientras Felipe VI aguantaba el chaparrón de los afectados por la DANA, y regresaba protegido por un despliegue de seguridad espectacular, y cómo la comitiva ni siquiera osó visitar las zonas devastadas para constatar in situ la situación, los contribuyentes nos preguntamos por qué no se reunieron en el palacio de la Moncloa para ahorrarnos unos cuartos.
Malas artes hasta el final
Sobre el gobierno de Sánchez y el principal partido que lo sustenta, el PSOE, penden la sombra alargada de varias investigaciones judiciales que afectan al partido, caso Ábalos-Koldo-Aldama, al fiscal general, caso García Ortiz, y al entorno familiar del propio presidente, casos Begoña Gómez y David Sánchez. Las contradicciones y disparates que hemos escuchado al propio Sánchez, a Bolaños, a Marlaska, a Montero, a Calvo, etc., desde que presentaron la ley de amnistía el 13 de noviembre de 2023 para comprar los votos de Junts e investir presidente a Pedro Sánchez han terminado por acorralar al gobierno cuyo espacio de maniobra se acorta cada día que pasa. Pero como los malos de verdad en las películas, Sánchez seguirá fiel a su trayectoria retorciendo los hechos, recurriendo a todo tipo de tretas infames para desacreditar a sus enemigos, y terminará sus días como presidente diciéndose a sí mismo: engañé, saqué cuanto pude y de nada me arrepiento.