La esperada rueda de prensa de Carles Puigdemont no ha servido para desvelar el final de la tormentosa relación entre el líder de Junts y el Presidente del Gobierno. El guionista del serial quiere mantener la tensión hasta un final que no parece inmediato.
Puigdemont ha vuelto a amagar con la ruptura pero, de momento, sin que la sangre llegue al río. Pilar Rahola, musa del expresidente fugado, ha resumido la situación: aplaude las exigencias pero le advierte que los ultimatums no tienen prórroga.
A la espera de la resolución del Tribunal Constitucional sobre la amnistía, Puigdemont ha explicitado sus exigencias para mantener el apoyo al Gobierno, lo que no significa que vaya a provocar su caída apoyando una moción de censura. Ahora vemos que el retraso en la aplicación de la amnistía le viene bien a Sánchez, ya que su aplicación liberaría a Puigdemont que dejaría de ser rehén del presidente del Gobierno.
El retraso en la aplicación de la amnistía le viene bien a Sánchez, ya que su aplicación liberaría a Puigdemont, que dejaría ser rehén del presidente
Puigdemont tiene muchos incentivos para hacer caer al gobierno. Necesita dejar de ser visto como el sostenedor de Sánchez para frenar el imparable ascenso de Orriols, las últimas encuestas le dan más de 10 diputados en el Parlamento catalán, todos a costa de Junts. Es consciente que para el independentismo de derechas, mayoritario, no hay nada peor que mantener un gobierno español con políticas inmigratorias y fiscales en las antípodas de la derecha separatista. Piensan que un gobierno PP-VOX es la única forma de rehacer la movilización independentista contra ‘Madrit’. Además la caída de Sánchez debilitaría a Illa que no podría contar con el gobierno central para sostenerse aún sin presupuestos. No olvidemos que el objetivo inmediato del independentismo es recuperar la mayoría independentista en el Parlamento catalán y con ello, la Generalitat. Mientras llega la independencia gobernar en Cataluña es clave: las penas con pan son menores.
La otra gran obsesión de Junts, minimizar a ERC, podría acelerarse si la ideología dominante en España en general y en Cataluña en particular deja de ser el izquierdismo woke.
De momento, coloca peones propios en instituciones como el consejo de RTVE o la CNMV
Aunque estos incentivos están en la mente de Junts de forma permanente, la cuestión de la amnistía y el protagonismo que da a Junts la fuerza de sus escaños en el mantenimiento del actual gobierno aconsejan una solución inestable: marcar perfil propio y sacar la mayor tajada posible de la situación y lo está consiguiendo. De momento coloca peones propios en instituciones como el consejo de RTVE o la CNMV, probablemente haya intervenido en la designación de Marc Murtra como presidente de Telefónica, un empresario de la órbita socialista pero accesible a Junts. También exige gestos que muestren el poder de Puigdemont y humillen a Sánchez: reunión en Suiza con el mediador de los acuerdos entre ambas formaciones para hacer un balance del cumplimiento de los acuerdos o reunión de Sánchez con Puigdemont para visualizar la ‘amnistía política’. Por último, de momento, pide el traspaso de las competencias de inmigración , control de fronteras incluido, aceleración del traspaso de Cercanías de Renfe o pasos en materia de financiación. Y, sobre todo, tramitación de la moción de confianza.
Como más que previsiblemente el PSOE irá dando cumplimiento parcial de las exigencias referidas, salvo la cuestión de confianza, cuyo rechazo provocaría la convocatoria de elecciones sin aparecer Junts apoyando una moción de censura del PP, lo que vamos a vivir va a ser un continuo de votaciones pérdidas por el ejecutivo y la no tramitación de los presupuestos. ¿ Hasta cuando?. Pues hasta que se pronuncie el Tribunal Constitucional. Salvo que las encuestas den a Sánchez la esperanza de que unas nuevas elecciones le permitan formar un gobierno sin el apoyo de Junts, posibilidad que, a día de hoy, parece lejos de vislumbrarse.
En los próximos meses asistiremos a una ‘ guerra de baja intensidad‘ que permita a Junts cargarse de razones de cara a convencer a su electorado más temeroso del PP de que unas nuevas elecciones son imprescindibles. El triunfo de Trump y el retroceso de la izquierda en toda Europa avalan la ruptura. En definitiva yo apostaría a favor de que esta será la ultima temporada del culebrón, pero con la duda de cuantos episodios disfrutaremos.