El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó el pasado viernes la ley que pone fin a las denominadas ‘Golden Visa’ a partir de abril, unos visados especiales que se aprobaron durante el Gobierno de Mariano Rajoy para personas no residentes en la Unión Europea que invertían más de 500.000 euros en una vivienda, invirtieran más de dos millones en títulos de deuda pública española o más de un millón en acciones de sociedades de capital español con una actividad real de negocio.
Asimismo, el visado también estaba disponible para inversores que inyectaran más de un millón de euros en fondos de inversión constituidos en España o en depósitos bancarios en entidades financieras españolas. Otra fórmula para optar al visado era crear un proyecto empresarial que se desarrollara en nuestro país y que fuera considerado de interés general.
La Golden Visa se aprobó en un contexto en el que España estaba en el abismo económico más absoluto. El país, a punto de ser rescatado por los famosos “hombres de negro”, aprobó esta medida, entre otras, para tratar de atraer capital extranjero que ayudara a sanear las cuentas públicas y dinamizara nuestra economía. Facilitar la residencia para aquellos ciudadanos que invertían en España ayudó a mejorar la inversión extranjera, especialmente en el sector inmobiliario de alto standing.
Alfombra roja para los inmigrantes ilegales sin recursos a los que se les regulariza por cientos de miles y batalla frontal contra pocos extranjeros con recursos y fondos económicos. No es exagerado afirmar que a la izquierda española sólo le gusta la inmigración si es pobre, subvencionable y manipulable.
Antonio Gallego
El fin de este incentivo para invertir en nuestro país afectará especialmente al sector inmobiliario, pero también en otros sectores ya que los potenciales beneficiarios de la Golden Visa también generan actividades empresariales, consumen y compran en España. En total, desde su entrada en vigor en 2013 se han concedido 14.576 visados de este tipo. En su mayoría, se trata de ciudadanos chinos, rusos, británicos, estadounidenses, ucranianos, iraníes, venezolanos y mexicanos, según datos del Ejecutivo.
Desde hace años, el gobierno socialista tenía en el punto de mira a las Golden Visa. Llevan mucho tiempo demonizándola, criticándola y buscando fórmulas legales para acabar con ella alegando que esos malvados ricachones incrementaban el precio de la vivienda en España. Alfombra roja para los inmigrantes ilegales sin recursos a los que se les regulariza por cientos de miles y batalla frontal contra pocos extranjeros con recursos y fondos económicos. No es exagerado afirmar que a la izquierda española sólo le gusta la inmigración si es pobre, subvencionable y manipulable.
Menos del 0,1% de las 4,5 millones de viviendas vendidas desde que las Golden Visas entraron en vigor en 2013 se compraron bajo este plan. Culpar a poco más de 10.000 inversores que han comprado inmuebles con un ticket medio de 657.204 euros del brutal encarecimiento de la vivienda es tomarnos por imbéciles. El prototipo de joven que pretende emanciparse en España con todas las dificultades del mundo no compite precisamente con un inversor chino por casas de ese importe y tipología.
Retirarle a un “rico” el incentivo de tener el permiso de residencia “acelerado” donde pretende vivir sólo lo invitará a buscar otros destinos más amables y que le ofrezcan mayor seguridad jurídica como Grecia, Malta, Italia o Hungría.
Detrás de esta medida, uno sólo puede intuir la presencia de grandes dosis de demagogia izquierdista, envidia, resentimiento y ese postureo contra los ricos que tanto rédito electoral le da a nuestra izquierda patria. «El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia y la doctrina de la envidia.», decía Churchill.
Los graves problema de acceso a una vivienda en España no tienen su origen en las poquísimas Golden Visa otorgadas. Están directamente relacionados con la falta de oferta de viviendas nuevas, con una fiscalidad muy agresiva en las compraventas, con el exceso de regulación urbanística, con ministerios negligentes, con unos salarios medios bajos, con el creciente manoseo político para intervenir precios, con la vulnerabilidad legal para el que arrienda una vivienda o con la permisividad total con los okupas.
El fin de las Golden Visa no bajará el precio de la vivienda en España y si reducirá la inversión extranjera que dinamiza nuestra economía. Recomiendo al Gobierno de España que aparque el populismo bananero e impulse medidas eficaces contra las verdaderas causas que originan el crecimiento de la vivienda. Eso sí, antes le tiene que entrar en la mollera que para que un sector económico funcione deben respetar la propiedad privada, la seguridad jurídica y las lógicas de la oferta y la demanda mientras no seamos esa Cuba que tanto añoran algunos de nuestros políticos.