Mis referencias en 2024 y, si no me vuelvo gilipollas, en 2025

Una breve selección de intelectuales insobornables para lectores despiertos.

portada
Gabriel Alou Forner / X

En estas fechas, prolíficos periodistas inventarían listas en las que seleccionan los mejores libros del año. Aunque muchas veces, como ya sabrán, suelen redactar panegíricos a colegas sin calibrar verdaderamente la calidad de las obras que ensalzan. Pero vamos, viendo cómo se concede al personal el Premio Nacional de Ensayo, no voy a fingir escándalo.

El caso es que quisiera hoy reformular esta noble tradición, practicando otro tipo de taxonomía: detallarles mis mayores referencias este año, y probablemente mis referencias del mañana, de no volverme gilipollas. Breve matiz para posibles despistados: no es una lista postmortem, sino la presentación de un elenco de autores que aún están al pie del cañón. No olviden esto ni se ofendan; yo también soy muy de clásicos. Hay algún que otro amigo en la lista, no menos conocidos, y personas con las que no he intercambiado ni un triste monosílabo. Así que, con mayor o menor grado de acierto, no hay vestigio amical que distorsione mi particular inventario. Independientemente, insisto, recurran a las listas convencionales antes de pasarse por aquí.

¡Al lío! Primero, mis mayores descubrimientos de este 2024 han sido: Andrés Trapiello y José Antonio Montano. Y sí, ya sé que ustedes se echarán las manos a la cabeza. Cómo ha tardado tanto, seguramente pensarán. No se indignen, permítanme excusarme; soy más joven de lo que aparento. Es cierto que a Trapiello lo había leído vagamente. Sin embargo, con su novela Me piden que regrese, me ha terminado de encandilar. El libro es una auténtica maravilla. La trama está extraordinariamente bien hilvanada y su finura léxica es digna de ser elogiada. Pocas cosas levantan del asiento a un lector distópico, cuya relación con la literatura, siendo finos, podría bautizarse como distante. Lo de Trapiello es de otro nivel; cierras la contraportada reconciliado con la vida, creyendo hasta darte de bruces con otras realidades menos gratificantes, que nacer en esta época es una azarosa bendición.

Por su parte, si el leonés destaca por trazar paisajes de manera sibilina, Montano es el encargado de atizar a la policía moral contra-convencionista de nuestro tiempo, y sus ridículas cosmovisiones, ajenas a la razón, impuestas manu militari. Dicho de otro modo, el malagueño vendría a encarnar la rebeldía que toda persona decente lleva dentro. Además de ser un grandísimo escritor —léase Oficio pasajero—, me fascina su sentido del humor. Cuando lleve usted un mal día, atienda a sus columnas, siga sus recomendaciones fílmicas, literarias y poéticas, e indague en ‘X’ hasta encontrarle chillando al presidente Sánchez: ¡Canalla! Una coña desternillante a la altura de muy pocos genios. Eso sí, recalco, no se dejen engullir por mi caricatura, o por el personaje que redirecciona la natural bondad de un servidor —Errejón dixit—; poca gente atina más y posee una pulcritud analítica, ya no digo mejor, sino, simplemente, similar a la suya. Para un miembro no destacado del club de los últimos socialdemócratas como este que les escribe, los posicionamientos de Montano resultan ser lo mismo que, para un protector forestal, avistar a un lince ibérico. Un verdadero milagro.

Segundo dato a tener en consideración: sigo fiel a mis clásicos. Si están hartos de burdas cancelaciones, de todas, con independencia del espacio ideológico, y/o les atrae el mundo del artisteo, no pierdan la pista del gran Julio Valdeón. Poca gente más humilde y lúcida he conocido en mi vida que Julio. Sinceramente, y esto lo digo sin ánimo de masajear, es uno de los grandes infravalorados del panorama. Probablemente, de estar defendiendo la barbarie en lugar de ideas que solidifican el progreso, pisaría moqueta mucho más a menudo.

Asimismo, si desean enrolarse en cualquier debate jurídico, aunque especialmente en materias tales como la amnistía, la cuestión trans o la memoria histórica, les recomiendo encarecidamente a Pablo De Lora. Por cierto, no se limiten a leer solamente sus libros, artículos académicos y columnas (¡que también!), hagan el favor de googlear y escuchar un debate al que acudió el protagonista de este párrafo recientemente. Tremendo vapuleo.

Qué decir de Félix Ovejero, mi maestro y quizá el último gran socialista que queda en este país. Una persona a la que le debo mucho y por la que siento una profunda admiración; un individuo que me ha enseñado todo lo poco que sé, un intelectual que sí va en serio, parafraseando a Manuel Sacristán. O una persona que siempre toma partido (además, en la dirección correcta), haciendo lo propio con Antonio Machado. No menos puedo señalar de su análogo sureño, Ramón Vargas-Machuca. Si Félix es mi maestro del norte, Ramón es el del sur. Imposible olvidar aquel artículo que publicó en El País, explicándole a Errejón, sumariamente y con el talante bondadoso que le caracteriza, que no tenía ni la menor idea de quién era Gramsci, indicándole a la luz de todos que era un mero lector de reseñas.

Tampoco quisiera olvidarme de Arcadi Espada; llevo siguiendo al periodista desde que era un jovencísimo imberbe que terminaba la secundaria. A Arcadi lo recomiendo para estar al día de todo, no solo por su altura intelectual y moral, sino también porque me gusta que, en un mundo tan podrido como el periodístico, haya gente dispuesta a llamar estúpido a estúpidos con ínfulas y a tratarlos con la misma crudeza con la que ellos tratan a cualquiera que no sea miembro selecto o groupie de la gauche divine.

Tercer dato y último: no está todo perdido. Entre las últimas hornadas y, pese a que no es fácil, de igual manera hallamos buenas referencias. Guillermo del Valle, Paula Fraga, Jon Viar y Daniel Gascón resultan un asidero de esperanza en un mundo cuya inequívoca realidad nos conduce al más absoluto pesimismo.

Estoy convencido de que no están todos los que deberían; el tiempo aprieta y, de carrerilla, poco más puedo decir. De hecho, nada más. Aquí tienen mi breve inventario, amigos. Aquí tienen algunas voces que todavía se atreven a desafiar a la mediocridad.

¡Feliz 2025!

NOTICIAS RELACIONADAS

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -
Lacaixa2 Advertisement

Opinión

Cuando la diversidad amenaza la libertad

Guillem Espaulella, Politòleg per la Universitat Pompeu Fabra. Cuando abordamos la problemática de la inmigración, a menudo tendemos...

Mis referencias en 2024 y, si no me vuelvo gilipollas, en 2025

En estas fechas, prolíficos periodistas inventarían listas en las que seleccionan los mejores libros del año. Aunque muchas veces, como ya sabrán,...

Los nuevos rejonazos fiscales para 2025

La voracidad fiscal de este gobierno no tiene límites. No se cansa de elevar los impuestos existentes ni de crear nuevas figuras...

Impunidad e inocentada

La Real Academia Española de la Lengua ha elegido la palabra Dana como la palabra del año. Doctores tiene la lengua, aunque...
Lacaixa3 Advertisement