Ridículo español en Notre Dame

Ningún representante del Gobierno español acudió a la reapertura de la catedral de Notre Dame, un acto que se convirtió en una gran cumbre política internacional

Ernest Urtasun, ministro de Cultura del Gobierno de España.
Ernest Urtasun, ministro de Cultura del Gobierno de España.

La reapertura de Notre Dame del pasado sábado se convirtió en una gran cumbre política internacional con presencia destacada de hasta 40 jefes de Estado. La ausencia de representación de alto nivel de nuestro país ha sido un estrepitoso fracaso de nuestra diplomacia.  Ningún miembro de la Familia Real española ni del Gobierno estuvo en el histórico acto celebrado en Paris. 

Las relaciones de todo tipo con Francia nos obligaban a estar presentes en un acto de tal magnitud. También el simbolismo de la ceremonia que trataba de proyectar el resurgimiento de la civilización occidental frente a la barbarie. Y porque no decirlo, el recordatorio de que Europa se forjó sobre el cristianismo que últimamente tantos progresistas españoles se empeñan en despreciar. 

Pedro Sánchez y nuestro ministro de Cultura, Ernest Urtasun, deberían haber entendido hace mucho tiempo que Notre Dame, además de ser un símbolo religioso de Europa, es un bien cultural de transcendencia global. Da la sensación de que su proverbial anticlericalismo y su desprecio continuo hacia el cristianismo les ha jugado una mala pasada. España y sus gobernantes han quedado en el más absoluto ridículo y han vuelto a situarnos en la intrascendencia geopolítica. 

Da la sensación de que su proverbial anticlericalismo y su desprecio continuo hacia el cristianismo les ha jugado una mala pasada

La dirección de la política exterior corresponde constitucionalmente y en exclusiva al Gobierno de España. Este debe responder políticamente de la ausencia de nuestro país en esta importantísima ceremonia. No es suficiente con que desde Moncloa digan que el ministro tenía compromisos personales que atender. Desde la oposición se deben pedir responsabilidades políticas de primer nivel y exigir explicaciones con contundencia que nos ayuden a entender este fracaso diplomático mayúsculo. 

El sectarismo del Gobierno daña la imagen y el prestigio de España. Tener “planes familiares” no pueden ser excusa para dejar a España fuera de la reivindicación de los valores occidentales, religiosos y culturales en los que nuestro país siempre ha sido y fue protagonista. 

Antonio Gallego
Antonio Gallego
Antonio Gallego: Economista. Ha sido diputado en el Congreso y en el Parlament.

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