El PSOE decidió en su último congreso, celebrado el pasado fin de semana en Sevilla, sacar la Q de las siglas con las que los ciudadanos conocen a los colectivos sexualmente no normativos, es decir, los LGTBIQ+. La Q representa al colectivo queer, formado por personas cuya identidad de género, orientación sexual o expresión de género no encaja en las identidades habituales. Así, dentro de este grupo se incluyen desde homosexuales hasta personas no binarias, pasando por bisexuales, transgénero, pansexuales, asexuales o cualquier otra identidad que desafíe las categorías más habituales.
El término queer va más allá pues tiene, a su vez, una vertiente política, al reflejar una postura crítica frente a las normas de género y sexualidad tradicionales, desafiando las categorías rígidas de «heterosexual» y «homosexual». Es un enfoque que aboga por la libertad y la diversidad en la identidad sexual y de género, rechazando las etiquetas normativas. Se asocia con movimientos que promueven la inclusión de identidades no binarias y fluidas, cuestionando las estructuras de poder que perpetúan la discriminación hacia las comunidades LGBT+.
Debate encarnizado
Con su decisión, los socialistas, que también acordaron dejar de incluir en las siglas el +, han aceptado las tesis del feminismo más conservador, horrorizado ante la evolución que todas estas cuestiones han ido desarrollando de la mano de formaciones como Unidas Podemos y Sumar en los últimos años. Los socialistas, además, no fomentarán que las mujeres trans puedan participar en competiciones femeninas. El debate entre las feministas tradicionales, a las que en todo Occidente se define despectivamente como terfs, y los partidarios de lo queer ha sido y es encarnizado y, a día de hoy, tiene pocos visos de solucionarse.
Valoración rápida de este 41 Congreso Psoe por la parte que más me interesa:
El feminismo ha vuelto a tomar su puesto en el PSOE.
Hemos ganado. Esa es la valoración. Hemos desterrado el lenguaje queer. Hemos frenado su agenda de explotación. Hemos demostrado capacidad y unidad.— Amelia Valcárcel (@AmeliaValcarcel) December 1, 2024
Consecuencias para menores
En el centro de esta polémica se encuentra realmente la transexualidad y, sobre todo, cómo la gestión política de este hecho afecta, por un lado, a los menores y, por otro, a las mujeres. En lo que a los menores se refiere, la polarización se da entre quienes defienden que no puedan acceder a tratamientos médicos (fundamentalmente, bloqueadores de pubertad y hormonas para cambiar de sexo) debido a las consecuencias que pueden tener estos tanto en su propia salud como en su estabilidad emocional y los que opinan que esta es la única vía que otorga dignidad a los tránsgenero desde su infancia. Es decir, los que colocan en el centro a los propios niños, pensando en las consecuencias que puede tener para su vida futura una decisión trascendental para la que no están realmente preparados y los que creen que todo vale con tal de imponer una agenda política que cada vez genera más rechazo en la sociedad.
¿Qué es una mujer?
En cuanto a las mujeres, el feminismo tradicional lleva tiempo denunciando cómo la agenda política trans busca, sobre todo, cancelar la figura de la mujer. Un debate intenso que ha dado lugar a descubrimientos como las graves dificultades que tiene el sector más progresista a la hora de definir qué es una mujer. Esta situación la puso en evidencia el periodista conservador Matt Walsh, en un controvertido y exitoso documental, Qué es ser mujer, producido y publicado por The Daily Wire en 2022. Walsh demostró que estos colectivos vinculados a la agenda woke eran incapaces de responder a una pregunta tan básica. «La mayoría de las personas con las que hablamos», explicó Walsh, «no querían hablar de eso o parecían estar confundidas acerca de algo tan simple como lo que es una mujer«. Y, a la hora de responder a la misma pregunta, lo hizo de la manera más natural: «Una mujer es una hembra humana adulta».
Debate en la Corte Suprema
El debate, por otro lado, está también candente en EEUU, donde en estos momentos la Corte Suprema examina una ley del Estado de Tennessee que prohíbe los tratamientos a menores. Un juicio en el que se han producido sorprendentes declaraciones que revelan que estos tratamientos, efectivamente, no están exentos de riesgos como la infertilidad o el suicidio. A ello se añaden, además, las consecuencias que puede tener para los menores en el futuro el arrepentirse de haber tomado la decisión de cambiar de sexo por esta vía.
Según recoge The Daily Wire, se trata de un caso presentado por la Administración Biden y la ACLU (American Civil Liberties Union) contra el Estado de Tennessee por prohibir estos tratamientos en menores. Los demandantes consideran que la ley estatal puede constituir una violación de la Cláusula sobre Protección de la Igualdad, que indica que «ningún estado de los Estados Unidos podrá negar a persona alguna dentro de su jurisdicción la protección igualitaria de derechos». Sorprendentemente ha sido la abogada general Elizabeth Prelogar la que ha reconocido ante la Corte que estos tratamientos no están exentos de efectos secundarios que pueden ser graves para los menores.
Here’s my speech on the steps of SCOTUS.
No child deserves to go through menopause at 13, no child deserves to wonder if they’ve been sterilized.
The trans activists were loud and wrong. We spoke truth today and ultimately that will be what prevails. pic.twitter.com/engjXz6kc8— Chloe Cole ⭐️ (@ChoooCole) December 4, 2024
La abogada de la ACLU, Chase Strangio (una mujer que se define como hombre), admitió, por su parte, que el riesgo de suicidio entre quienes toman estas medicaciones no es tan bajo como defienden habitualmente los activistas transgénero. Y, aunque indicó que los tratamientos permiten rebajar el riesgo de suicidio, también señaló que «no hay evidencia en los estudios de que este tratamiento reduzca» completamente ese mismo riesgo.
Salir de lo trans
We, detransitioners have been essential to taking down the gender industry. pic.twitter.com/VFbhZw5vdZ— Chloe Cole ⭐️ (@ChoooCole) December 4, 2024
Así las cosas, de la decisión de la Corte Suprema, que aún no ha anunciado, dependen en estos momentos las legislaciones de un total de 14 estados norteamericanos con leyes que intentan proteger a los menores de las imposiciones del colectivo trans en ese país. El caso lo siguen especialmente personas públicas como Chloe Cole, que, siendo adolescente, además de tomar estos tratamientos se sometió a una doble mastectomía para convertirse en hombre. Una decisión de la que se arrepintió con los años: «Si una ley como esta estuviera en vigor en mi estado mientras yo estaba creciendo, si esto estuviera prohibido por el gobierno federal en todos los ámbitos cuando estaba pasando por esto, esto nunca me habría sucedido».