Economista, master en Análisis de Economía Aplicada por la UAB, doctor en sociedad de la información y el conocimiento, profesor titular e investigador de economía y gestión de la Universitat Oberta de Catalunya, Joan Torrent es especialista en el análisis de la sociedad del conocimiento y la empresa en red. Ha dirigido investigaciones y publicado libros y artículos en revistas nacionales e internacionales, como «Capital, trabajo y valor en la sociedad digital de mercado. Ensayos para una economía más sabia y sostenible en el siglo XXI» (2023). Participó en el reciente evento «Revoluciona tu negocio: IA al alcance de pymes y autónomos», en el CCCB.
Barcelona versus Catalunya… ¿dos modelos empresariales?
En Girona, siempre decimos que en las comarcas hay empresarios y en Barcelona, directivos. En las PYMES familiares, vinculadas al territorio, las familias “es juguen les garrofes”. En Barcelona las hay, pero junto a muchos directivos de grandes corporaciones, con otras prioridades. Es importante tenerlo en cuenta… explica muchas cosas de Cataluña. Yo, por ejemplo, tengo familia ganadera.
Lo reconozcamos o no, en algún nivel todos tenemos…
Y en el 2003, hicimos una investigación junto a Manuel Castells: el Proyecto Internet Cataluña. Nos dimos cuenta de que el 95% de las empresas catalanas eran micros, de menos de 10 trabajadores.
¿Y no era ya sabido?
Existía la idea de que eran, sobre todo, bares y restaurantes. La empresa pequeña no contaba. Empezamos a rascar y vimos que las PYMES generaban casi el 60% del PIB del país, daban trabajo a más de la mitad de personas y tenían poco acceso a Internet. Después de 20 años, estamos igual. Ahora usan Internet, se han digitalizado, pero si consideramos la 2ª generación, la de la IA, volvemos a estar como antes.
Y eso ¿qué implica?…
Tenemos que hacer algo para que el tejido productivo que aguanta el país, y que, en principio, no marchará ni se deslocalizará, como si hacen las grandes empresas, sea competitivo. ¿Cómo ubicaremos a las PYMES en el nuevo modelo que está emergiendo?
¿Cómo?
Existe un “solucionismo tecnológico”, con frases que a veces yo mismo digo, tipo “la inteligencia artificial es inevitable”, o “las empresas que no sean de este mundo desaparecerán”. Pues bueno, eso no lo sabemos.
¿Estamos dando por sentado el “discurso global oficial”?
Si, el que han impuesto las grandes corporaciones. Pero todo dependerá de cómo respondamos a los retos que tenemos. De aquí a 20 años, igual hay empresas que, precisamente, se podrán diferenciar porque no usen la tecnología. Puede pasar.
La tecnología ¿creará nuevos puestos de trabajo?
Según Leontief, premio Nobel de economía en 1973, “la tecnología elimina más puestos de trabajo de los que puede crear”. Comparaba a los caballos con la tracción de las máquinas, y decía, hay una gran diferencia, los caballos no pueden echar a las personas.
Y a nosotros ¿nos echarán las máquinas?
A veces, como sociedad, no somos conscientes de la fuerza que tenemos para dirigir el progreso, no solo tecnológico, sino también el social, organizativo, y toda clase de progresos.
¿Qué propondría, para empezar?
Una vez escribí un artículo, creo que fue en el ARA, que decía “Las PYMES se van de mani”.
Manifestarse parece muy de trabajadores, de sindicatos. Pero el día que los 600.000 microempresarios catalanes se vayan al Passeig de Gracia, las cosas cambiarán rápido.
¿Existe conciencia de clase en las PYMES?
Cada vez más, son una clase social desfavorecida. La distancia entre grandes y pequeñas se agranda, y sus problemas aumentan. Hasta que no se acepte, costará que la política pública les haga caso. En las elecciones, todo el mundo habla de PYMES, pero las políticas de apoyo son muy pocas.
Es más fácil hablar con “las 35 del Ibex”
Si, mucho más que con los 3.500.000 de PYMES que hay en España, o con las 600.000 PYMES de Catalunya. Tenemos un problema de visualización y otro de representación.
¿Y no hay ya suficientes entidades representativas?
Las de una ciudad, comarca o asociación tienen mala relación con las de la otra. Si unos defienden esto, yo no lo quiero defender… el tejido empresarial muestra poca capacidad colaborativa. Hay que salir de esta lucha y tener presentes los retos globales de la PYME.
Y eso ¿cómo se hace??
Tendríamos que abrirnos de miras, identificar los intereses mutuos, articular un discurso en común e ir juntos a defenderlo. Yo creo que, desde el punto de vista institucional hay trabajo que hacer. Pero si lo hacemos, poco a poco, iremos saliendo adelante.
¿Tenemos demasiada dependencia tecnológica de las grandes empresas?
Si, y me preocupa mucho. Tengo la experiencia de la primera oleada, que acababan viniendo unos personajes que colocaban ERP’s y CRM’s a personas que, con un Excel, tenían de sobras. Y no es baladí que un gobierno subcontrate la política de inteligencia artificial a una empresa, o dos o tres.
¿Hasta qué punto el futuro es la IA? ¿Y de qué futuro hablamos?
En la IA hay tres familias: robótica, sistema simbólico, que es el reconocimiento de imágenes, de voz y de sonido, y algoritmos. Se puede usar para automatizar, desplazando el puesto de trabajo, o con una idea más social, recolocando y formando a la gente. Con los algoritmos, es más difícil la sustitución. Requieren personal inteligente, que tome decisiones.
¿Eso implica más poder de decisión humano?
La gente de las plataformas, incluso los trabajadores más formados, está hoy súper controlada. A través de la IA, por ejemplo, Amazon casi no deja ni andar a los conductores de las máquinas. Y aún falta mucha ciencia, mucha investigación.
¿Qué repercusión real tiene hoy la IA en el PIB?
En España y en Europa, sobre un 10%. El PIB industrial más que el de servicios, porque tiene relaciones muy verticales con grandes empresas que son sus clientes y están obligados. Por algo muy economicista, la autoselección, entran sólo si están preparadas para entrar.
Quizás por experiencias amargas previas…
Como la del comercio electrónico. Entro, me desbordan y no estoy preparado para atender la demanda. Vienen dos comandas de Afganistán y no sé qué hacer. En los masters se explican fracasos históricos. Ahora las que entran ya cuentan con personal, son innovadoras y tienen estrategia digital.
¿Qué nos enseña?
Primero, la lección obvia de política pública o de crecimiento: no se preocupe tanto por la tecnología, hágalo por las personas. Y también, la geopolítica mundial. Estamos obsesionados con las políticas que nos diferencien de China y Estados Unidos.
¿Eso lleva a invertir precipitadamente en tecnología?
Es más fácil invertir en tecnología que en personas. La formación laboral es un reto formativo de caballo que no tengo claro cómo resolver. No es lo mismo enseñar a la gente a usar Internet que enseñarles a moverse en el mundo del “big data” con todos sus requerimientos previos.
¿Y la clase directiva de las PYMES?
Son excelentes directores de producción, deberían conocer las tendencias tecnológicas y de mercado, salir fuera a ver qué pasa, hablar idiomas, estar en charlas… el nivel tiene que mejorar. Con los procesos de sucesión va evolucionando, pero todavía es lento.
¿Qué nuevas oportunidades aparecen para las PYMES catalanas?
Siempre hablo de una empresa de Igualada que hace poco vendía potes y cazuelas. Llegó la crisis. Crearon una consultora de procesos industriales de metalurgia. Se extendió por toda América Latina. Hoy venden servicios de asesoría y montaje, gracias a su conocimiento tácito, el que se aprende con los años. La otra gran oportunidad es a través de la sostenibilidad.
La economía del conocimiento ¿cambia los roles dentro de la empresa?
Los roles ahora son líquidos. El trabajador, a veces, es empresario. En las organizaciones más intangibles es el pan nuestro de cada día, y supone otros mecanismos de intermediación laboral, entre sindicatos y patrones. Las organizaciones que funcionan saben apropiarse del conocimiento de sus integrantes, y lo ponen a disposición. Para ello, la digitalización juega un papel clave.
¿Podremos competir con EEUU en gestión del conocimiento?
Científicamente, en base emprendedora y en conocimiento tácito, sí. Pero falta el enlace Universidad – empresa. Una razón, es que el académico no tiene incentivos para ello. Sin catedráticos de universidad de empresa, no iremos bien. Según mis incentivos, ahora estoy perdiendo el tiempo. Solo valoran los libros que escribo. Hay que cambiar la academia.
Los países líderes ¿gestionan mejor el conocimiento?
Si, pero algunos tienen un 14% de la población que son ingenieros y entonces, el modelo STEM es el modelo STEM. Aquí, hay un punto de partida muy bueno que no aprovechamos. La base empresarial ya la tenemos construida. Avanzaremos más si dedicamos los esfuerzos a transformar las pymes, que en crearlas de nuevo.
Nuestra cultura de emprendeduría ¿es menos eficiente?
El mito de 3 chavales jóvenes que crean una empresa y sin experiencia se van a la Luna, está muy bien para los relatos de Silicon Valley, pero la vida no es así. Hay mucha más probabilidad de éxito si la montan 3 chicos con 20 años de experiencia, que conocen perfectamente su nicho de mercado y se han llevado 50.000 hostias.
Suena más verosímil…
Y también la interemprendeduría en las organizaciones ya en marcha. Reconfigurando un colectivo que ya funciona y decidiendo si crean una organización nueva o continúan con el protocolo que ya tenían, aprovechando su experiencia. ¿Por qué no la fomentamos?
¿Qué pueden hacer las PYMES, para no depender tanto de las grandes corporaciones?
La mejor inversión es fichar o reciclar algún trabajador para hacer análisis de datos, lo que permitirá el crecimiento endógeno. Y se deberían crear iniciativas de colaboración transversal entre PYMES del Big Data o IA, y otras, no para hacer Clusters, que me parece un poco disfrazada, sino Cooperativas de Datos. En el sentido de una colaboración entre empresas que sean desde el primer día partners del proyecto, no clientes.
Parece que, en general, no lo hemos hecho del todo bien en el mundo
Lo de los últimos 20 años, es una barbaridad tanto desde el punto de vista estratégico, como el de la competitividad, y, sobre todo, medio ambiental. El modelo de deslocalización industrial, por ejemplo. En España existe un bagaje que otros no tienen. Se puede aprovechar.