A ustedes, sr. Sánchez, se les fugó el prófugo

Carles Puigdemont durante el mitin que pronunció el pasado mes de agosto en Arc de Triumf.
Carles Puigdemont durante el mitin que pronunció el pasado mes de agosto en Arc de Triumf.

El título de este artículo quizá les recuerde las palabras pronunciadas por el secretario general del PSOE y presidente en funciones del gobierno de España para mofarse de Casado, entonces presidente del PP y líder de la oposición, en un debate electoral en 2019. Las palabras en cuestión venían precedidas de una reflexión general sobre la situación de Cataluña tras el golpe de Estado e incluían dos promesas electorales hechas a todos los españoles ante las cámaras de TVE: “Gracias a la iniciativa internacional para defender la democracia española -dijo Sánchez- hemos hecho muchas cosas durante estos últimos meses. Por ejemplo, hemos recurrido ante el Tribunal Constitucional el plan exterior de la Generalitat, y nos ha dado la razón porque estaba al servicio de Cataluña y no del separatismo, mejor dicho, estaba al servicio del separatismo y no de Cataluña. Y esa influencia la vamos a seguir reclamando de que la justicia española se cumpla tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. A ustedes, Sr. Casado, se les fugó Puigdemont y yo me comprometo, aquí y ahora, a traerlo a España para que rinda cuentas ante la justicia”. (Subrayados míos.)

Promesas incumplidas

Al margen de que recurrir al Tribunal Constitucional no puede considerarse una iniciativa internacional para defender la democracia española, lo cierto es que nadie ha vuelto a escuchar a Sánchez reclamar que “la justicia española se cumpla tanto dentro como fuera de nuestras fronteras” desde hace cinco años. Por no hacer, sus gobiernos ni siquiera propusieron introducir los cambios legales necesarios dentro de nuestras fronteras para impedir a los prófugos de la justicia concurrir por la circunscripción de España a las elecciones europeas en 2019 y gozar de inmunidad como europarlamentarios, ni para impedir a los separatistas, una vez perdida su inmunidad, que pudieran presentarse a diputados en las elecciones autonómicas catalanas celebradas el pasado 12 de mayo. Que el prófugo de Waterloo saliera a hurtadillas de España pocas horas después de proclamar la independencia el 27 de octubre de 2017, cuando no pesaba siquiera una orden de detención sobre él, no resulta comparable con la pasividad exhibida por  los gobiernos de Sánchez para contrarrestar la actividad del prófugo de Waterloo que utilizó una y otra vez la tribuna del Parlamento Europeo para deslegitimar a nuestro Estado de derecho durante cinco años.

Pero si vergonzoso resultó el incumplimiento del compromiso de combatir el separatismo “tanto dentro como fuera de nuestras fronteras”, más flagrante ha sido el incumplimiento de la segunda de sus promesas, a saber, traer al prófugo a España “para que rinda cuentas ante la justicia”. Para asegurarse los siete votos de Junts en su última investidura, Sánchez envió a Cerdán, número tres del PSOE, a negociar la amnistía del prófugo en Bruselas y asegurarle una vuelta triunfal a Cataluña como presidente de la república catalana en el ‘exilio’. Una cosa es incumplir algunos compromisos electorales hechos casi siempre un tanto a la ligera con fines electoralistas y otra muy distinta prestarse a indultar a los sediciosos, eliminar del Código Penal el delito de sedición a instancias suyas, y proceder a amnistiar a todos los delincuentes, condenados o presuntos, deslegitimando todas las actuaciones de todos los tres poderes del Estado democrático para detener y castigar el proceso secesionista. La mayoría de los ciudadanos quizá interpretaron las palabras de Sánchez cuando dijo “me comprometo, aquí y ahora” del modo habitual, como el compromiso firme de un político serio, cuando a la vista de lo ocurrido después podemos decir que su “aquí y ahora” era meramente literal y oportunista y a nada le comprometía llegado a la Moncloa.

Visto y no visto

En todo caso, la aparición anunciada del prófugo en Barcelona el 8 de julio poco antes de iniciarse la sesión de investidura de Illa en el Parlamento de Cataluña resultó grotesca en extremo. Las imágenes de sus apresurados pasos por algunas callejuelas barcelonesas en compañía de Turull, protegidos por un par de guardaespaldas, su subida al trote por la rampa del escenario como si la Gestapo estuviera tras su pista, y su salida del escenario igualmente precipitada cinco minutos después para darse inmediatamente a la fuga, proporcionan una impresión muy gráfica de la talla y el coraje de este nuevo héroe impostado de la iconografía secesionista. Había prometido estar presente en la sesión de investidura y si bien “estaba dispuesto a asumir todas las consecuencias”, el prófugo optó finalmente por escurrir el bulto al encontrarse con un dispositivo policial que consideró “desproporcionado”. Palabra de Turull. Tan desproporcionado fue el dispositivo desplegado por los Mozos de Escuadra que éstos fueron incapaces de seguirlo al bajar del escenario y echarle el guante antes de volver a Francia. 

Patético resultó también el desfile liderado por Rull, presidente del Parlamento de Cataluña, arropado por la plana mayor de Junts, diputados de ERC y la CUP, y los representantes de las tres principales organizaciones secesionistas, la ANC, Òmnium Cultural y la AMI, para “recibir al presidente de la Generalidad en el exilio”. Si el objetivo de la comitiva era impedir que el prófugo fuera detenido antes de llegar a la puerta del Parlamento donde, según Turull, no ofrecería resistencia en caso de ser detenido, el montaje resultó superfluo puesto que el protagonista se esfumó nada más abandonar el escenario con algo más de fortuna y bastante menos épica que Harry Lime en El Tercer Hombre. Los responsables de la Consejería de Interior han aducido en su descargo haber sido engañados y achacan “un comportamiento impropio por parte de quien fuera la máxima autoridad del país”. Estamos ante una explicación tan falta de credibilidad como la Operación Jaula puesta en marcha por los Mozos para cubrir el expediente y que sólo sirvió para causar atascos y molestias a miles de automovilistas. A nadie que recuerde la pasividad de la policía autonómica el 1 de octubre de 2017 le sorprenderá lo más mínimo su brillante despliegue el 8 de agosto para detener al prófugo.

¿Aguantará Junts a Sánchez?

Usted, Sr. Sánchez, se mofó del Sr. Casado con su prepotencia habitual y sin motivo alguno en 2019, y ayer debió tener un ataque de risa en Moncloa viendo al prófugo desvanecerse emulando la huida de Casanova disfrazado de monje tras rendirse Barcelona en 1714. Uno nunca pierde la esperanza y ojalá que la doble frustración ocasionada por el retraso en beneficiarse de la amnistía y no haber participado en la investidura de Illa, lleven al prófugo a la conclusión de que poco más provecho va a sacar apoyando a Sánchez en el Congreso a partir de ahora. Sin el respaldo de Junts, Sánchez se vería abocado a convocar elecciones generales en pocos meses y los ciudadanos tendríamos la oportunidad de valorar las concesiones políticas (amnistía) y económicas (recaudar todos los impuestos estatales y reducir la deuda de la Generalidad con el Estado) hechas a los separatistas catalanes para seguir en la Moncloa. 

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