El nacionalismo escocés, de capa caída. Es lo que han indicado las elecciones en el Reino Unido, en las que el laborismo ha arrebatado la victoria al conservadurismo —que llevaba 12 años en el poder—, y el Partido Nacional Escocés ha sufrido un fuerte descalabro. En concreto, el PNE pasaría de los 48 escaños actuales a tan solo ocho. Unos resultados que han sido admitidos por el primer ministro escocés, John Swinney, que ha tildado su derrota de «muy, muy difícil y perjudicial» y las crias obtenidas «muy bajas». «Tenemos que escuchar atentamente a lo que nos dice la gente en estas elecciones», ha señalado Swinney.
Cabe recordar que el Partido Nacionalista Escocés no atraviesa su mejor momento. En abril pasado, su anterior líder Humsa Yousaf presentó su renuncia después de romper el pacto de su formación con el partido verde. Y catorce meses antes, había hecho lo propio Nicolas Sturgeon en medio de un escándalo de financiación ilegal. Por su parte, los laboristas viven un momento dorado tras alcanzar la victoria con con 411 escaños, mientras los conservadores se quedan en 119. Estas cifras conceden la presidencia al líder Keir Stamer, arrebatándosela al hasta ahora primer ministro Rishi Sunak. Mientras, los liberal-democratas obtienen la tercera posición con 71 escaños.