Todo indica que este domingo el Frente Nacional de Marine Le Pen será la primera fuerza política francesa. Meloni gobierna con comodidad en Italia. Las elecciones europeas han significado un amplio avance de la derecha más enfrentada al sistema. Milei se consolida en Argentina y es aclamado en España a pesar de los esfuerzos del gobierno y de sus muchas aristas. Trump cada día más cerca de recuperar la presidencia estadounidense.
¿Qué esta pasando para que los esfuerzos del establishment para demonizar esas opciones no den resultado?. Cordones sanitarios, campañas del miedo, criminalización de ideas, cancelación de personas, dobles varas de medir, son cada día menos eficaces.
La democracia basa su superioridad sobre las dictaduras en permitir la alternancia pacífica del poder. En el respeto a la libertad individual y la igualdad ante la ley. En el freno a los abusos del estado de cualquier clase, incluidos los impositivos. En la pervivencia de amplias clases medias. En el freno al poder del Estado. En la libertad de expresión y en unos medios plurales y no dependientes económicamente del gobierno y de las grandes empresas globales a las que los gobiernos sirven.
Pues bien, todo esto está en crisis y, evidentemente, los culpables son los que gobiernan por unas políticas que atentan contra todo lo expresado en los párrafos anteriores.
- Inmigración.
Salvo que apliquemos estrictas políticas de decrecimiento, con costes sociales y de calidad de vida incalculables, apliquemos fuertes incentivos a la natalidad e inculquemos una cultura del esfuerzo en nuestras escuelas, la inmigración es necesaria en Occidente.
Como lo anterior no va a ocurrir, hay que afrontar el problema-oportunidad de la inmigración con inteligencia y sentido común, lejos de apriorismos y sectarismos políticos. No hay nada que impulse más al racismo que el desbarajuste actual. Se tolera la inmigración ilegal y descontrolada y se ponen trabas a la inmigración legal. Se favorecen regularizaciones indiscriminadas pero se prohíbe contratar y legalizar a una persona sin papeles que vive en España, lo que evitaría que caiga en la marginación y la delincuencia. Se toleran conductas violentas en base a criterios pretendidamente morales que ignoran a las victimas. En definitiva, la inmigración es una realidad que debe ser tratada sin racismo pero también sin buenismos injustificados. El multiculturalismo no puede amparar costumbres y conductas que chocan con el laicismo y los derechos de las personas, especialmente de las mujeres y homosexuales. Como todos los problemas importantes, la inmigración debe ser gobernada. Al no hacerse, al aplicarse políticas comunicativas de opacidad, no se protege a los inmigrantes, al contrario, se fomenta su rechazo y se favorecen los bulos.
2. Wokismo
La igualdad de derechos de derechos entre hombres y mujeres, el respeto a la libertad sexual, la condena a la violencia de genero, el combate a la discriminación racial son cuestiones plenamente asumidas por la sociedad salvo desde posiciones muy marginales. Los problemas empiezan con los excesos. Se criminaliza al hombre blanco heterosexual por el mero hecho de serlo. Se revisa la historia como si las únicas civilizaciones conquistadoras y explotadoras fueran las occidentales. Se cancela a un artista por supuestas conductas inadecuadas no probadas acaecidas hace décadas. Se niega la presunción de inocencia, invirtiéndose la carga de la prueba. Se criminaliza a agricultores y ganaderos o a cazadores y pescadores en defensa de los derechos de los animales a los que se castra para convertirlos en mascotas. Se resaltan los aspectos en que la mujer es victima, pero se ignora que los hombres se suicidan mucho más, viven menos, tienen niveles de fracaso escolar muy superiores y alcanzan menos grados superiores. Se banalizan entre adolescentes cuestiones tan trascendentes como el cambio de género. Se fomenta el victimismo que desprotege a los jóvenes frente a los avatares de la vida.
3. La metástasis del Estado.
El Estado ha de cumplir con sus funciones básicas, orden público, garantía de servicios públicos básicos como la educación o la sanidad, sin monopolio. El Estado ha de ser fuerte con los poderosos pero ha de dejar desarrollarse en libertad a la sociedad civil y las empresas, condición necesaria para una democracia real. La realidad va en dirección contraria. Proliferación de niveles de Administración (de la Comunidad Europea a los ayuntamientos, pasando por diputaciones , comunidades autónomas, entidades metropolitanas, organismos sectoriales de todo tipo ), hiperactividad normativa y controladora de las administraciones públicos en todos los ámbitos. Voracidad recaudatoria, desde radares exclusivamente recaudatorios a la presión fiscal y los costes de la Seguridad Social para las empresas.
Todo ello compatible con la desatención a los ciudadanos, multiplicado por el trabajo on line y las citas previas, y con la lentitud en la obtención de licencias. No es soportable para la gran mayoría de medianas y pequeñas empresas que el coste de un empleado que cobra un neto de 1900€ mensuales tenga un coste para la empresa de 2850€. No es extrañar que en nuestras calles haya cada vez más locales vacíos, salvo puntos comerciales top, o que los comercios sean regentados por inmigrantes (y gracias porque, al menos, dan un servicio y evitan la desertización de las calles de muchas poblaciones). El Estado no sólo quiere regularlo todo, muchas veces con normas absurdas, sino que incluso quiere sustituir a los padres en la educación de sus hijos. La izquierda hace crecer al Estado porque lo ve como su finca privada, como la forma que tienen sus dirigentes para acumular poder.
4.Partitocracia
Los partidos políticos se han convertido en estructuras de poder a las órdenes del líder de turno y desconectados de los ciudadanos. No se cumple la ley de partidos. La ley electoral favorece el poder de las estructuras internas con las listas cerradas y la financiación pública de los que ya están en el sistema. Los partidos colonizan las instituciones, utilizan el presupuesto para crear estructuras afines, multiplican el número de liberados que cobran del erario público y sólo sirven al partido o, simplemente, son favores a amigos y familiares. El descrédito de los partidos políticos y de los políticos en general sólo hace que crecer según todas las encuestas.
Todas estas razones , referidas sucintamente, explican que cada vez más personas tengan menos miedo a los que vienen que rechazo a los que están. Los culpables son los que han desequilibrado la balanza, los que han profundizado las divisiones sociales a la búsqueda de caladeros de votos. Cuando la balanza se descompensa hacia un lado surge inexorablemente la reacción contraria. Hace falta mucho más que la amenaza de que viene el lobo para recuperar la confianza en fuerzas políticas antaño vistas como elementos de cohesión social y garantes de los cambios tranquilos. Malos tiempos para la lírica.