Tras la nítida victoria de Salvador Illa en Cataluña, el PSOE se siente con la sartén por el mango frente al separatismo. O, al menos, esa es la impresión que pretende trasladar a la ciudadania con su discurso sobre la coyuntura nacional y catalana. En primer lugar, el Ejecutivo ha subrayado que las negociaciones para la investidura catalana las conducirá en exclusiva el PSC, rehuyendo que un posible bloqueo de Junts en Madrid afecte a las decisiones de los socialistas en Cataluña. En este sentido, han querido destacar que este proceso estará presidido por la «calma», ya que las europeas están a la vuelta de la esquina (9 de junio) y porque el Parlament no se constituirá hasta el día siguiente (10 de junio).
En segundo lugar, esa calma también se aplicará al trato que dispensará el Gobierno a neoconvergentes y republicanos. Según fuentes del Ejecutivo consultadas por distintos medios, éste no contempla reuniones de la mesa de diálogo con la Generalitat hasta después del verano. De la misma manera, tampoco tienen intención de concertar nuevas citas en Ginebra (Suiza) con los neoconvergentes, de cuyo apoyo —y el de ERC— depende el Gobierno. Las razones, según las mismas fuentes, es que lo lógico es congelar los encuentros hasta que se despeje la gobernabilidad y se sepa quienes serán los nuevos interlocutores.