Lejos quedan ya los tiempos en los que el propio Carles Puigdemont u Oriol Junqueras hablaban del «mandat del poble» cuya representación parecía ostentar la Assemblea Nacional Catalana (ANC). Presidida en su primera y más activa etapa por Carme Forcadell, la ANC, junto con Òmnium Cultural, se presentaron ante los catalanes como la voz de los ciudadanos y exigían a los partidos separatistas una declaración de independencia que duró tan solo ocho segundos y que desde 2017 duerme el sueño de los justos. Ahora, tras la debacle independentista en las elecciones autonómicas del domingo, es solo la ANC la que, junto con Aliança Catalana, sigue defendiendo la ruptura unilateral con España. Predica, parece, en el desierto pues ya ni siquiera Junts dice apostar abiertamente por esta vía.
En un comunicado publicado tras conocer que el separatismo había perdido la mayoría en el Parlament, la entidad presidida aún por Dolors Feliu ha acusado al separatismo oficial de haberse presentado a «gestionar la miserable autonomía de Cataluña y dar apoyo al Gobierno español». «Han desactivado deliberadamente el proceso hacia la independencia y han bloqueado hacer efectiva la independencia en el Parlament», ha añadido la ANC en su nota. Esto ha tenido como consecuencia «la desmovilización del votante independentista, que se ha pasado mayoritariamente a la abstención y el destrucción de la mayoría independentista en el Parlament».
Nuevos liderazgos
Ante la evidencia de los resultados electorales, la ANC ha admitido que la independencia no es posible en este momento. Sin embargo, sí ha considerado que ERC, Junts y la CUP han de «bloquear que se imponga una mayoría autonomista y volver a activar la mayoría independentista en los meses siguientes». Así, exige a estas formaciones bloquear la formación de un gobierno autonomista, recuperar la unidad, movilizar a los separatistas y «promover nuevos liderazgos para dar credibilidad a la renovada estrategia independentista».