Hoy le tocaba el turno a Alejandro Fernández en los desayunos que organiza La Vanguardia con los candidatos a presidir la Generalitat. La presentación del cabeza de lista por Barcelona del PPC la ha realizado el presidente popular Alberto Nuñez-Feijóo y ha servido para mostrar una imagen de total unidad entre ambos, al menos de momento.
En síntesis, la propuesta popular se ha centrado en aspectos económicos y sociales. Frenar la decadencia de Cataluña sería el objetivo y para ello hay que acabar con el tripartito de facto –PSC, Junts, ERC– que gobierna la gran mayoría de instituciones catalanas con alianzas cruzadas entre ellos. Para que esto sea posible los oradores han pedido que el PPC sea decisivo para poder forzar a Illa a romper con los independentistas.
¿Es un deseo de imposible materialización según las encuestas? Difícil, sin duda, pero no imposible. La mayoría absoluta independentista, de conseguirse, necesitará a AC, lo que descarta, a priori, un pacto a cuatro con la CUP. El tripartito de izquierdas va perdiendo fuerza por el hundimiento de ERC y la debilidad de Sumar-Comuns y podría no alcanzar tampoco la mayoría absoluta.
El duelo al sol entre Illa y Puigdemont en que se han transformado estas elecciones no favorece un tirón hacia los 15 diputados de Alejandro Fernández
El problema surge por cuanto el PPC se ha estabilizado a la baja en las encuestas. El PPC es un partido con vocación de gobierno, con un discurso centrado que casa con una parte importante de los que parece que van a votar a Illa por aquello del teórico voto útil no independentista y, también, con votantes de Junts aunque el evidente giro a la derecha de Puigdemont haya taponado esta vía para estas elecciones. El duelo al sol entre Illa y Puigdemont en que se han transformado esta elecciones no favorece para nada un tirón hacia los 15 diputados de Alejandro Fernández. Bloqueado por el centro, por la derecha se encuentra con la fortaleza de Vox que capitaliza su discurso anti inmigración, de dureza policial y, sobre todo, porque lo hace en exclusiva, su batalla cultural contra el wokismo.
Tampoco favorecen en nada al PPC, un partido de por sí con poca presencia en la sociedad civil catalana, unas listas elaboradas exclusivamente en clave interna.
La Vanguardia ya anunció que iba a trabajar en favor de un pacto entre socialistas y neoconvergentes y a fe que lo ha hecho con entusiasmo
Por si todo lo anterior fuera poco el entorno mediático le es claramente hostil. En Cataluña no hay ningún medio importante que se alinee con el centro-derecha no independentista, mientras en otras zonas de España el pluralismo mediático es muy superior. Uno de los momentos curiosos de la reunión ha sido cuando Feijóo, que ha solicitado se defienda la independencia y la libertad de prensa, guste o no a los políticos, ha recordado que La Vanguardia, en presencia de su editor y su director, no le trata especialmente bien, lo que ha provocado las risas de los asistentes. Y eso que, teóricamente, La Vanguardia es un medio con una línea editorial centrista y moderada, pero que ya anunció que iba a trabajar en favor de un pacto entre socialistas y neoconvergentes y a fe que lo ha hecho con entusiasmo. Los medios dependen de los ingresos públicos y en Cataluña esta claro quién detenta el poder y quién reparte el dinero.
Illa quedará primero, gracias, todo hay que decirlo, a Aliança Catalana que le va a quitar a Junts los votos necesarios para el sorpasso al PSC. Con todo, el hundimiento de ERC deja abierta una mínima oportunidad para Puigdemont. Pero para Illa, si alcanza la presidencia y no se ve obligado desde Madrid a cederla a Puigdemont, un buen resultado del PP podría llegar a ser determinante. Para ello en esta última semana el PPC debería recuperar la senda alcista, lo que como ya he dicho no parece nada fácil. Al menos para hacer posible una repetición electoral con una dinámica política distinta.