Resultados electorales y la tragedia del País Vasco

El candidato de EH-Bildu a las elecciones autonómicas que se celebran este domingo.

El cansancio político se deja sentir entre los ciudadanos cuya capacidad de aguante se encuentra ya al límite. Como los acalambrados futbolistas miran ansiosos el cronómetro en las prórrogas de los partidos, así miramos el calendario los ciudadanos ansiosos por llegar la final de un ciclo electoral que se inició con las elecciones municipales y autonómicas celebradas el 27 de mayo (27-M) de 2023 y no tiene visos de acabar nunca. Los malos resultados cosechados por el PSOE-PSC el 27-M indujeron al presidente Sánchez a anticipar las elecciones generales para frenar el deterioro, recomponer sus alianzas con los partidos que lo auparon a La Moncloa el 1 de junio de 2018, y prolongar su estancia en La Moncloa.

Pendiente de sus avalistas

Pero los resultados electorales del pasado 23 de julio (23-J) vinieron a confirmar la derrota del 27-M y nos abocaron a soportar dos sesiones de investidura al término del tórrido verano. La primera, protagonizada por Feijóo ganador de las elecciones del 23-J, tuvo lugar los días 26-27 de septiembre y resultó, como era previsible, fallida, al contar únicamente con el respaldo de VOX, UPN y CC. No ocurrió así con la de Sánchez quien, tras negociar con el prófugo de Waterloo una ley de amnistía para borrar todos los delitos relacionados con el proceso secesionista cometidos entre 2012 y el 13 de noviembre de 2023, logró salir investido el 16 de noviembre tras registrar tres días antes en el Congreso la vergonzante Proposición de Ley Orgánica de Amnistía, rechazada casi unánimemente por jueces y fiscales y vista con mucho recelo en la UE. Investidura a cambio de amnistía se ha dicho con razón y comparto la opinión de quienes consideran que esta norma, flagrantemente contraria al imperio de la ley, no llegará a aplicarse nunca.

Con el gobierno de Sánchez pendiente de los movimientos de cada uno de sus múltiples avalistas afrontamos las dos nuevas citas electorales, el 21 de abril (21-A) en el País Vasco y 12 de mayo (12-M) en Cataluña. Más allá de las consecuencias que puedan tener sobre la conformación de los próximos gobiernos autonómicos, la competencia entre EH Bildu y PNV, en el primer caso, y ERC y Junts, en el segundo, nadie duda que pueden resultar también cruciales para el devenir del gobierno de Sánchez en los próximos meses, cuya suerte pende de demasiados hilos controlados por fuerzas políticas que compiten entre sí por ser hegemónicas en sus Comunidades y han dejado siempre muy claro que su apoyo a Sánchez es circunstancial e interesado. Todas ellas comparten el principio de que España y su gobierno son asuntos ajenos a vascos y catalanes y sólo les conciernen en la medida en que pueden extraer ventajas para establecer, en el mejor de los casos, un estado confederal. 

Encuestas electorales en el País Vasco

El 10 de abril, el CIS publicaba los resultados de una encuesta electoral (realizada entre el 18 y 22 de marzo) que otorgaba a EH Bildu una ligera ventaja (34,2 % -35,1 %) de los votos sobre el PNV (32,6 % – 33,5 %), situaba al PSE-PSOE en tercera posición (13,3 % -14,1 %) y al PP (6,7 % – 7,0 %) en cuarta. A la vista de lo ocurrido en Galicia, resultaría aventurado otorgar demasiada confianza a las estimaciones de un CIS atenazado desde hace años, si bien hay alguna otra encuesta que apunta la posibilidad de que se produzca el temido zarpazo de EH Bildu (véase, Gráfico 1). En todo caso, a los más racionalistas quizá les llame la atención que una ligera mayoría de los encuestados prefiera que el PNV sea el partido que gane las elecciones (29,9 % frente a 29,0 % EH Bildu), que Pradales, candidato del PNV, sea el preferido para ser investido Lendakari (28,2 %) frente a Otxandiano (26,8 %), pero que el candidato de EH Bildu supere ligeramente en valoración (5,51) a Pradales (5,47). La pugna está desde luego entre las dos formaciones nacional-secesionistas, muy igualadas, y quien acabe al frente del gobierno va a depender, casi con toda seguridad, de cuál sea el partido al que PSE-PSOE preste su apoyo.

La disputa mediática entre los líderes del PNV y EH Bildu por hacerse con el gobierno de Vitoria ha sido especialmente cínica y cobarde durante la campaña electoral. El PNV, firmante del pacto de Estella en 1998 con Herri Batasuna y algunas otras organizaciones sindicales afines a la banda terrorista ETA, reconocía en ese documento “la naturaleza política” del conflicto y sostenía “consecuentemente, que también su resolución ha de ser política”. Ahí, si no antes, comenzó el proceso de blanqueamiento de la banda terrorista por parte de los líderes del PNV que ahora se enfrentan a la posibilidad de que los herederos políticos de ETA le quiten algo que ellos entienden les corresponde por derecho natural: el liderazgo del auténtico pueblo vasco. Quiero recordar que el partido político Herri Batasuna, firmante del pacto de Estella junto al PNV, fue ilegalizado por el Tribunal Supremo el 27 de marzo de 2003 por su vinculación con la banda terrorista ETA. ¿Cómo pueden achacar a los líderes de Bildu que no condenen a ETA quienes no tuvieron ningún inconveniente en firmar un pacto con Batasuna que enmarcaba el terrorismo de ETA dentro de un supuesto conflicto político y demandaba que su resolución fuera igualmente política?

Gráfico 1. Resultados de las encuestas electorales en el País Vasco

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Fuente: laSexta.

Bildu, blanqueador de ETA

Para EH Bildu, todas las actividades de ETA incluida la lucha armada en todas sus variantes y los centenares de crímenes colectivos e individuales perpetrados por la banda durante décadas, forman parte de ese conflicto político secular entre España y Euskadi. Así lo entendieron los brazos políticos de la banda terrorista hasta la disolución definitiva de ésta en 2018, incluidos sus herederos políticos, la coalición EH Bildu, desde que la banda anunció el abandono definitivo de la lucha armada el 20 de octubre de 2011. ¡Cómo puede Pradales reprocharle a Otxandiano que califique a ETA de “grupo armado” y tener el cuajo de recordarnos que él cabeza de lista de Bildu tiene una «asignatura ética pendiente desde hace años», a saber, condenar a toro pasado a la banda! Sres. del PNV: el terrorismo de ETA había que condenarlo cuando ETA mataba y extorsionaba, cuando ustedes firmaron el Pacto de Estella con Herri Batasuna en 1998. ¡Han tardado mucho tiempo en echárselo en cara!

Nadie debiera escandalizarse porque EH Bildu homenajee a los etarras condenados por terrorismo cuando abandonan las cárceles españolas ni rasgarse las vestiduras cuando incluyen a antiguos miembros de la banda en sus listas electorales. Para los militantes de Herri Batasuna y Batasuna en los años de plomo, como para los líderes de EH Bildu ahora, ETA fue una organización históricamente necesaria para desatascar el secular conflicto político y avanzar hacia la recuperación de la soberanía originaria del pueblo vasco. Lo que para las fuerzas de ocupación y los partidos españolistas fueron asesinatos y secuestros execrables, para ETA y su entorno no dejan de ser víctimas de la lucha armada librada por los heroicos gudaris vascos contra las fuerzas de ocupación españolas.

Responsabilidad de Sánchez

La tragedia del pueblo vasco no radica en que estas elecciones acaben ganándolas el PNV o EH Bildu -aunque que lo haga uno u otro no deja de tener su importancia-, sino que uno de los dos vaya a ganarlas. Que EH Bildu tenga posibilidades de convertirse en la primera fuerza política da una idea de la degradación moral en que el terrorismo y la extorsión de ETA, por una parte, y la acción de gobierno del PNV, por otra, han sumido a la sociedad vasca. Y que acabe en segundo lugar, pisándole los talones al PNV, sólo puede servir de consuelo a quienes, como Sánchez, consideran algo más presentable para los suyos apoyar a Pradales que a Otxandiano en Vitoria. Una actitud, todo sea dicho, cínica en extremo. El PSOE de Sánchez no puede echarle en cara a Bildu su desprecio a las víctimas en esta campaña electoral y considerarlos al mismo tiempo socios prioritarios en el Congreso para seguir en La Moncloa.

Que quienes han rechazado inequívocamente el orden constitucional que refrendamos los españoles el 6 de diciembre de 1978 y se han valido durante décadas de todos los medios a su alcance, terrorismo incluido, para derribarlo, hayan sido, sean y vayan a seguir siendo, si así lo consideran conveniente ellos, socios prioritarios de los gobiernos de Sánchez, dice también mucho sobre la degradación moral en que este personaje ha sumido al PSOE, al gobierno de España y al Congreso. A las víctimas, Sr. Sánchez, ETA y su entorno no las despreciaban, las asesinaban, y considerar a Bildu una fuerza progresista es una infamia que inhabilita como político a quien lo hace. A usted, Sr. Sánchez.

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