Hace un par de años, el Síndic de Greuges —el equivalente del Defensor del Pueblo en Cataluña—, Rafael Ribó, se despidió del cargo con el mandato caducado tras ocuparlo 18 años. Lo hizo con un discurso en el que mantuvo su adhesión férrea al nacionalismo: arremetió contra el 25% de castellano en la escuela y criticó la supuesta «persecución» judicial sufrida por los políticos separatistas. Y aunque muchos albergaban que la nueva síndica, Ester Giménez-Salinas, imprimiese un rumbo más neutral al cargo, lo cierto es que no ha sido así, pues debutó manteniendo la línea nacionalista y tachando el mencionado 25% de español escolar como una «barbaridad».
Este sesgo no ha cambiado desde entonces, como demostraron sus declaraciones de ayer martes, en las que defendió vehementemente la amnistía concedida a los autores del procés por considerarla una «contribución a la cultura de paz» y una «gran oportunidad de dejar atrás las posturas extremas». Factores ambos que, según Giménez-Salinas, facilitarán la «reconciliación». La alocución tuvo lugar en un acto que celebraba el 40 aniversario de la Institución que lidera y al que acudieron las figuras más relevantes del mundo nacionalista y catalanista, entre ellos el actual president Pere Aragonès y sus antecesores en el puesto: Jordi Pujol, Artur Mas y José Montilla. También se contó con la presencia de Anna Erra (Junts) y Gemma Usabart (comuns).