Puigdemont aseguró ayer que no se ve «en absoluto como jefe de la oposición» en la próxima legislatura catalana, confirmando así que dejará la política activa en caso de no ser investido presidente de la Generalitat. «Yo me dedicaré a la política toda la vida, lo hacía incluso cuando era adolescente. Pero si se refiere a política activa, yo no puedo realizar política activa si no tengo la responsabilidad de la presidencia», reveló el expresident en una entrevista en RAC1. Además, también informó de que regresará a Cataluña el día del pleno de la investidura aunque no sea candidato a la Presidencia, argumentando que la ley de amnistía dejará sin efecto cualquier medida cautelar que se la haya podido imponer previamente.
A muchos no les ha pasado inadvertido que el órdago lanzado por Puigdemont podría volvérsele en contra. En primer lugar, porque podría incentivar la participación de sus contrarios en las elecciones con la esperanza de borrar del mapa político a un líder que parte del separatismo ha fetichizado tras su «exilio» en Bélgica. Por otra, según cuenta 20 Minutos, fuentes del Gobierno cree que el expresidente ha puesto «toda la carne en el asador» con su anuncio, convirtiendo en un «todo o nada» para él. Aseguran de que se trata un «tiro en el pie» que se ha disparado él solo y no creen que le vaya a beneficiar.