La cultura de cancelación —tratar de censurar las obras que no cumplan los criterios ideológicos de la izquierda identitaria y apartar a sus autores del espacio público— parece haber arraigado con fuerza en nuestro país. El último ejemplo lo encontramos a raíz del humorista Arévalo fallecido ayer y conocido por sus chistes sobre gangosos o mariquitas, además de haberse significado en los últimos tiempos en contra del Gobierno de Pedro Sánchez y a favor de Vox. Su desaparición ha sido lamentado por muchos, pero su figura también ha sido criticada por activistas de izquierda, entre ellos Toño Abad, coordinador de Acción LGTBI de UGT, colaborador de Público y director del Observatorio Valenciano contra la LGTBIfobia.
«Murió Arévalo, descanse en paz. Nadie echará de menos sus chistes de maricas, de gangosos, de personas con discapacidad y otras bufonadas varias», ha escrito Abad en la red social X —antes conocida como Twitter—. Tras el tuit, han sido numerosos los internautas que han subrayado la desafortunado de su publicación, recordando, entre otras cosas, que Arévalo fue padre de un hijo con Síndrome de Down y que colaboró a lo largo de su vida en la mejora de las personas con esta condición.