El viernes pasado, la secretaria segunda de Junts per Cataluña, Aurora Madaula, denunció en el Parlament, en un debate sobre la violencia de genero, la violencia «silenciosa de compañeros y compañeras». El malestar que originó esta denuncia de los trapos sucios de la formación neoconvergente provocó que ésta se reuniese en dos ocasiones para abordar el caso. Ambas citas no solo se han saldado con una mayoría a favor de relevar a Madaula, sino que han puesto sobre el tapete las profundas discrepancias existentes entre la presidenta del partido, Laura Borràs, y su secretario general, Jordi Turull.
Por una parte, Madaula forma parte del círculo estrecho de Borràs, que la promovió para el cargo que ostenta. La expresidenta del Parlament considera que antes de tomar una decisión sobre el destino de Madaula —que debería presentar su renuncia voluntariamente, dado que fue escogida por votación del pleno del Parlament— debería seguirse el protocolo del partido contra la violencia machista. Por su parte, Turull y afines consideran que Madaula ha usado un tema muy sensible de manera interesada, y que debería ser apartada. Asimismo, recuerdan que no cuenta con el favor de la actual presidenta del Parlament, Anna Erra. Fuentes del partido señalan que la cuestión se resolverá en el Consell Nacional de Junts que, aunque estaba previsto para el sábado pasado, fue pospuesto.