En su primer discurso como candidato a la investidura, el socialista Pedro Sánchez ha destinado buena parte de su intervención en la primera jornada del debate a defender la decisión de amnistiar a los encausados por la intentona golpista separatista en Cataluña en 2017. Sánchez ha demostrado que se ha adaptado totalmente al relato de los separatistas y, de este modo, ha acusado al PP del incremento del independentismo catalán en 2017. El PP, ha dicho, llevó a cabo en Cataluña «la vía de la imposición y la crispación social» y eso tuvo como consecuencia «que el independentismo alcanzara un récord histórico, que se incendiaran las calles de Cataluña y la mayor crisis territorial de nuestra democracia».
Sánchez se ha colgado la medalla de la supuesta paz social catalana y ha asegurado que lo ha logrado con «diálogo, generosidad y perdón«, gestos que «han funcionado y han ayudado a restaurar la herida de nuestra sociedad». A pesar de que desde las filas de Junts se le está recordando estos días que no han renunciado a nada, el socialista ha asegurado que el diálogo «aún es posible» y que servirá para «alcanzar la concordia«. Por ello, ha defendido la amnistía como «una medida que pide una parte muy relevante de la sociedad catalana y que aprueba el 80% de sus representantes políticos». Sánchez ha asegurado que respeta las «opiniones y emociones» de quienes no comparten la conveniencia de esta medida pero ha asegurado que hay que «hacer de la necesidad virtud«.
Sánchez, por otro lado, ha defendido la «legalidad» de la proposición de ley de amnistía y ha asegurado que es «acorde con la Constitución«. Ha pedido al PP «un mínimo respeto» y que «no continúe por la senda de Vox en su deriva trumpista«. «Si el PP se considera aún un partido de Estado», ha añadido, «no puede actuar al dictado de una organización ultraderechista».