Más allá del fondo del acuerdo de investidura que en su caso se alcance, su carácter inconstitucional o no, sus implicaciones de futuro, temas ampliamente tratados, me voy a centrar en la falta de ética derivada de unos acuerdos contradictorios con el programa electoral del PSOE y en el lamentable espectáculo de las negociaciones al que estamos asistiendo.
Todos sabemos que los programas electorales rara vez se cumplen en su totalidad. Pero una cosa es que la realpolitik y las mayorías electorales hagan matizar y omitir aspectos del programa y, otra muy distinta, contradecir lo afirmado de forma sostenida en el tiempo sin referencia alguna en el programa al cambio de criterio. Esto es mentir a los electores y no en un tema menor sino en uno de gran trascendencia que afecta a derechos fundamentales como la igualdad, la división de poderes y la estructura del Estado. Un cambio de criterio que se fundamenta en falsedades: no hay reconciliación alguna sino meras concesiones de una de las partes, se olvida a la mayoría de catalanes que de forma amplísima no votaron a partidos independentistas y que se sienten abandonados por el Estado, se altera la convivencia en todo el Estado creando un clima de crispación de consecuencias incalculables. Si tuvieran una mínima ética ante un cambio ce criterio de esta naturaleza no conocido por los votantes deberían proceder a repetir las elecciones incluyendo la amnistía en el programa o someterla a referéndum, mecanismo tan querido por los independentistas.
Y, además, con un espectáculo lamentable. Las humillaciones continuas de unos futuros socios que desmienten sin rubor las afirmaciones de los socialistas de que se trata de superar un conflicto y reiteran que no renuncian a nada y que el acuerdo es sólo un paso en la consecución de sus objetivos. Reuniones presididas por la foto de una urna que puede interpretarse como se quiera pero nunca como un símbolo de unión entre los catalanes y de estos con el resto de España. La pretensión de incluir delitos que ni tan siquiera tienen conexión con el intento de golpe de estado. Las campañas de desprestigio de la Monarquía española y de España en su conjunto.
Por último, pero no menos, no deja de sorprender la dedicación de los socialistas a superar los asesinatos de ETA blanqueando a sus sucesores o pasar página del intento de golpe de estado y, en cambio, reabrir la Guerra a Civil y el franquismo, o en el caso de los independentistas, tergiversar la Guerra de Sucesión o pretender transformar la Guerra Civil en una guerra de España contra Cataluña. Amnesia en unos casos, reabrir heridas en otros.