El anunciado traspaso de Rodalies a la Generalitat, vendido como un triunfo histórico por ERC, está despertando fuertes recelos en diversos frentes. A los sectores constitucionalistas que desconfían de que una estructura estratégica se entregue al secesionismo se le suman sectores separatistas que critican que el traspaso no sea «integral». Asimismo, los trabajadores de Renfe han recibido como un jarro de agua fría la noticia, pues quieren mantener las condiciones laborales de las que disfrutan en la actualidad. No en vano, el secretario general del sindicato de maquinistas Semaf, Diego Marín, ha advertido de un «conflicto inminente».
Marín, que contempla movilizaciones, ha explicado que la «decisión se ha tomado al margen de los trabajadores» por lo que temen verse perjudicados y que recurrirán a «la conflictividad porque es la única opción que nos dejan». Por lo demás, ya ha habido reacciones políticas solidarizándose con los trabajadores.
«Todo el apoyo de Ciutadans a todos los empleados de RENFE que serán traspasados a la Generalitat contra su voluntad. Ya saben que, a partir de ahora, su futuro pasa por tener el C1 de catalán y llevar el carnet en la boca. ¡Y suerte con los sindicatos del Régimen!», ha expresado Carlos Carrizosa.