En el mundo al revés que suele ser la política catalana, se ha producido este sábado una más que llamativa situación. Y es que la ultraderecha separatista encabezada por la alcaldesa de Ripoll, Silvia Orriols, de Aliança Catalana, no ha dudado en aplaudir fuertemente el discurso pronunciado por la feminista de origen marroquí y criada en Vic Najat el Hachmi con motivo de la inauguración de las barcelonesas Festes de la Mercè. Si la elección de El Hachmi como pregonera fue duramente criticada por la izquierda radical, ahora es la ultraderecha independentista la que se deshace en elogios hacia la escritora.
Entre otras cuestiones, El Hachmi dejó claro que los inmigrantes no llegan a Cataluña «a ser pastillas de caldo que enriquecen la sustancia principal del plato». «Lo que queremos», reivindicó, «es vivir con los mismos derechos que el resto de ciudadanos, tener garantizada la dignidad mínima para sentirnos parte de la especie humana y en casa ya veremos si hacemos cuscús o paella, tall rodó o tajin. Porque aspiramos a ser ciudadanos y no pueblo o tribu o comunidad o creyentes o identidad«.
Hasta el delirante Plan Kalergi
Sorprendentemente, las palabras de El Hachmi han agradado a la ultraderecha separatista. Una reacción cuando menos poco coherente considerando cómo Aliança Catalana y su líder arremeten a diario contra los inmigrantes. Esta misma semana, la propia Orriols publicaba un mensaje en X criticando que ciudadanas musulmanas pudieran comprarse joyas y, en otro tuit, defendía la controvertida y conspiranoica teoría del Plan Kalergi, según la cual un «complot internacional» trabaja para trasladar hasta Europa a millones de inmigrantes africanos que sustituirán a la población blanca.
Persecución de las mujeres
Desde el entorno de Aliança Catalana y de Orriols, sin embargo, se aplaude el discurso de Najat el Hachmi. Y es que la conocida escritora no duda en arremeter contra la persecución que sufren las mujeres en los países árabes. El Hachmi, no obstante, es también muy crítica con el trato que reciben los inmigrantes en Europa y es más que cuestionable que en algún momento pueda sentir simpatía hacia Silvia Orriols. Pero la política hace extraños compañeros de viaje. Y en la Cataluña del siglo XXI estas incoherencias se han convertido en norma.