En los últimos días, tanto el expresidente Felipe González como el exvicepresidente Alfonso Guerra, principales voces del socialismo histórico, han cargado duramente contra la amnistía que prepara el Ejecutivo de Sánchez para lograr el apoyo secesionista a la investidura. Sin embargo, ayer, ambos, durante la presentación del libro del segundo, fueron más lejos que nunca. Guerra llamó «desleal» y «disidente» a Sánchez, mientras que González se refirió a él como a un «perdedor de elecciones». Y es que los dos coinciden en que el presidente no puede dejarse «chantajear» por el secesionismo y aceptar una «amnistía» que es aceptable políticamente y que no cabe en la Constitución».
«La amnistía significa la humillación deliberada de la generación de la transición. La amnistía significa la ruptura de la democracia. Significa la condena del 90 % de españoles que votaron la Constitución en 1978. Y que quieren acuerdos entre los paridos que defienden la Constitución. La amnistía es la desaparición de la responsabilidad por lo que hicieron. Es decir, que no delinquieron. Y eso es una criminalización que un demócrata no puede aceptar», ha defendido Guerra, que ha añadido que los socialistas le «enseñaron a amar a España».
González, preocupado por las «consecuencias»
Por su parte, González se ha expresado en términos igual de rotundos: «Resulta que la amnistía borra los delitos y quita legitimidad a los que pretendieron defender la legalidad ¿Qué consecuencias puede tener? Que digan que no necesitan hacer un referéndum, porque ya lo hicieron y que lo que se deslegitimó fue el artículo 155». Y ha aclarado: «No puedo responder por lo que hacen un fugado de la justicia [Puigdemont] y un perdedor de elecciones [Sánchez]».