Uno de los lemas más queridos por el separatismo catalán es aquel que reza España nos roba. Y pese a que libros como Los cuentas y las cuentas de la independencia de Josep Borrell y Joan Llorach ponen en entredicho los cálculos que el secesionismo esgrime para realizar tal afirmación, éste vuelve a la carga periódicamente con el mismo asunto. Así, la Consejería de Economía y Hacienda presentó ayer su estimación del déficit fiscal correspondiente al bienio 2020-21. En esta ocasión han elevado los conocidos —aunque cuestionados— 20.000 millones de saldo negativo a 22.000.
Cabe decir que el cálculo realizado por la Generalitat se ha efectuado por el método de flujo monetario y no por el de carga-beneficio, siendo el primero criticado por los expertos. Pese a ello, la consejera Natàlia Mas sostuvo ayer que Cataluña padece un «ahogo financiero sostenido, injusto y deliberado, un castigo para todos catalanes piensen como piensen y voten lo que voten». Esta denuncia se produce en plenas negociaciones con el Ejecutivo de Sánchez sobre la investidura, en las que los republicanos no solo exigen amnistía y autodeterminación, sino también «bienestar» económico, lo que implica, a su parecer, un «trato bilateral» con el Estado.