Pocos días después de las elecciones del pasado 23 de julio escribí que Puigdemont saca pecho y acerca la repetición electoral. La rueda de prensa de este martes me ratifica en lo escrito entonces. Puigdemont no tiene el menor interés en negociar con el Gobierno. Su guerra es recuperar la hegemonía independentista frente a ERC. Lógicamente, si le dicen que sí a todas sus pretensiones, habrá logrado su objetivo, pero, por mucho que Sánchez quiera evitar la repetición electoral, lo que dudo, no va a ceder a una amnistía previa y un referéndum de autodeterminación. Por tanto, todo lo que está ocurriendo y lo que sucederá en las próximas semanas hay que analizarlo en clave de precampaña electoral.
Junts no va a validar la estrategia negociadora de ERC. Lo que quiere es derrotar a los republicanos en las próximas autonómicas y recuperar la presidencia de la Generalitat para evitar que la supremacía republicana se perpetúe. Para ello ha de mantener el discurso de que sólo vale la derrota total del Estado. Ninguna componenda.
Por su parte, Sánchez defenderá su voluntad negociadora frente al radicalismo de Puigdemont. Con ello refuerza al PSC y, en el resto de España, pone límites a su ambición de permanecer en el poder a cualquier precio. Algo de lo que espera sacar réditos electorales, frente a un PP, entregado a VOX, discurso que ya le dio resultado el 23 julio.
En conclusión, ya estamos en precampaña. La repetición electoral parece que no agobia a PSOE y Junts. Aunque las elecciones las carga el diablo.