El sistema de inmersión catalán, que veta el castellano como lengua vehicular en la escuela, mantiene con frecuencia una relación conflictiva con la libertad lingüística. El último ejemplo lo ha revelado la Asamblea por una Escuela Bilingüe, que en sus redes sociales da cuenta de que un colegio en Artés, Vedruna, admite en su proyecto lingüístico que pretenden que los alumnos castellanohablantes adopten como «lengua de pensamiento el catalán».
Así, el documento no solo reza que la escuela «intentará que las familias bilingües se decanten hacia la expresión en catalán como lengua de relación». También, que la escuela les «procurará una atención especial, con tal de que progresivamente vayan adoptando el catalán como lengua de pensamiento, expresión y relación». La AEB ha criticado los hechos afirmando que la «inmersión no es un método de aprendizaje del catalán, sino de ingeniera social para que rechacen el castellano».