Las próximas elecciones generales del 23 de julio nacieron conflictivas por la elección de una fecha que, lejos de favorecer la participación, principio constitucional, la desincentiva por el calor y las vacaciones. En Andalucia, por ejemplo, no se pueden convocar elecciones autonómicas desde el 1 de julio al 31 de agosto, según su Ley Electoral. Por si esto fuera poco, existen dudas de que Correos pueda atender en plazo las casi tres millones de solicitudes de voto por correo.
Con todo, lo más grave es la campaña trumpista desatada desde la izquierda, opinadores y periodistas como Jordi Évole, o Ignacio Escolar, y desde el propio Pedro Sánchez, en el sentido que el triunfo de Alberto Núñez Feijóo en el debate y, en su caso, en las próximas elecciones, sería ilegitimo por basarse en «mentiras».
No deja de resultar llamativo que Sánchez se convierta en adalid de la verdad. Claro que, en su caso, las mentiras, según él, o son errores o son cambios de opinión o, simplemente, se ignoran. En el debate, ambas partes erraron o mintieron, lo dejo a gusto del lector, pero la ofensiva de estos días desde el sanchismo huele a preámbulo de deslegitimar un cambio de Gobierno. Mentiras + pactos con VOX serán los argumentos. Y esperemos que el voto por correo funcione correctamente. Si el resultado electoral es apretado, se avecinan días difíciles.