Son muchos los constitucionalistas que han criticado a lo largo de los años la omertá catalana frente al stablishment nacionalista. Y uno de los que lo ha hecho con más contundencia es, sin duda, el dramaturgo Albert Boadella, bestia negra del separatismo oficial. Ayer, volvió a hacerlo en un acto de Sociedad Civil Catalana en la librería Byron de Barcelona en la que se le entregó el Premio Sant Jordi, recién creado por la entidad para premiar a las voces críticas no reconocidas por el secesionismo institucional.
En su discurso, Boadella se mostró particularmente duro con la actitud de los artistas frente al nacionalismo gobernante. «Lamento tener que decir que siento desprecio absoluto hacia muchos colegas de mi gremio que trabajan en esta comunidad. Puedo entender sus razones de subsistencia, pero no su silencio, impropio de los comediantes», ha reprochado. Y ha sentenciado: «Es un escarnio a la libertad. No son artistas, son empleados del régimen, cumplen disciplinadamente con los objetivos del gobierno regional, ciudadanos de un territorio que no perciben que el único hecho diferencial que nos queda en Cataluña es el silencio».