Un 22,2% de las mujeres catalanas admite no haber tenido acceso a productos menstruales en algún momento de su vida por falta de recursos económicos. Este es uno de los datos que ofrece el dossier estadístico Les dones a Catalunya, elaborado por el Observatori de l’Igualtat de Gènere, perteneciente al Institut Català de les Dones. El estudio, que llega a su quinta edición, recoge por primera vez «datos sobre la equidad menstrual» y constata que «la pobreza menstrual está directamente relacionada con la pobreza económica a la que son abocadas las mujeres». «Cuando esto sucede», añade, «se acaban utilizando productos no adecuados para la regla, lo que tiene consecuencias sobre la salud».
Ante esta situación, el objetivo es poder alcanzar la llamada «equidad menstrual», que se traduce en «garantizar la accesibilidad económica a los productos necesarios para gestionar la regla». Pero también «romper tabúes, estigmas y creencias que continúan rodeando a la regla y a los cuerpos que menstrúan (sic)».
Los datos que ofrece el dossier en este capítulo proceden de un estudio elaborado por la Fundació Institut Universitari per a la Recerca a l’Atenciò Primària de Salut Jordi Gol i Gurina (IDAPJGol). Se trata del primer estudio desarrollado en España sobre iniquidad y salud menstrual y un 25,7% de las participantes han sido mujeres catalanas. Según este estudio, el 60% de las mujeres utilizan compresas de un solo uso cuando tienen la regla; un 49,7% usa salvaslips y un 48,4% afronta la situación con las copas menstruales.
Sin lugares adecuados para cambiarse
Al 22,2% de mujeres que no han podido acceder a productos menstruales por falta de recurso económicos se suma un 39,9% que no ha podido costearse el sistema con el que le hubiera gustado afrontar la menstruación. La situación en algunos casos es extrema pues algunas de las personas encuestadas para este estudio han indicado que «han sobreutilizado productos menstruales que no tenían un recambio». Además, un 74,6% ha admitido «haber sobreutilizado algún producto menstrual por no encontrar un lugar adecuado donde cambiarse».
El mismo estudio también recoge los grupos más afectados por la pobreza menstrual son las personas menores de 25 años, las personas no binarias, las nacidas fuera de España, las personas en situación administrativa irregular, las trabajadoras del hogar y las cuidadoras no remuneradas, en paro o en situación de ERTE.