El Tribunal Constitucional es una herramienta a disposición del Gobierno. Una anomalía constitucional que degrada el sentido europeísta y de separación de poderes de nuestra democracia.
La elección de sus magistrados depende, en su mayoría, del color político del ejecutivo de turno. Y es que en el momento de su elección, éstos son clasificados entre conservadores y progresistas; dejando entrever un evidente interés político tras su nombramiento.
Reflexionando sobre el método de elección de sus magistrados, podemos concluir que el ejecutivo tiene una influencia absoluta en el nombramiento de los doce integrantes que lo componen.
Y es que si bien no existe duda en que los dos magistrados cuya elección compete al gobierno serán del color político de éste, ¿qué sucede con los demás diez integrantes y que influencia ejerce el ejecutivo en su elección?
El control del gobierno sobre el 100% del Tribunal Constitucional
Como decíamos, el gobierno tiene poder de control sobre el 100% de los integrantes del Tribunal Constitucional. Esto es así dado que, superados los dos magistrados cuya elección compete al ejecutivo, también tiene una influencia directa en la elección de los otros diez.
Con carácter previo a fundamentar mi hipótesis, me veo en la obligación de hacer la siguiente apreciación: Las cámaras legislativas (Congreso de los Diputados y Senado) se reparten sus escaños en función de los resultados obtenidos por cada formación en los comicios.
Así pues, en función de esas mayorías en el hemiciclo, puede darse lugar al proceso de investidura del Presidente y a la formación del ejecutivo. No obstante, véase que para que salga adelante un proceso de investidura debe albergarse en primera votación una mayoría absoluta de la cámara o, en segunda, mayoría simple. En consecuencia, es evidente que el partido que forma gobierno tiene un apoyo considerable dentro del Congreso de los Diputados.
Dicho esto, podemos seguir analizando el método de elección de los magistrados del Tribunal Constitucional, pues en segundo lugar compete al Congreso de los Diputados y al Senado escoger a cuatro magistrados cada uno.
Como decíamos, el reparto de escaños en las cámaras legislativas tiene una influencia directa en la formación del gobierno (dado que en su defecto no se albergarían las mayorías necesarias para superar el proceso de investidura). Por lo tanto, no es óbice pensar que la mayoría de magistrados que escojan las cámaras serán del perfil del ejecutivo dada la relación necesaria que debe existir entre escaños y la formación del ejecutivo.
Y, en último lugar, respecto de los dos magistrados que son elegidos por el Consejo General del Poder Judicial podemos aventurarnos a decir que también el ejecutivo tiene un alto poder de control. Y es que si sus veinte vocales son escogidos por mitades por el Congreso y por el Senado (poder legislativo), éstos serán del perfil del ejecutivo y, la elección de sus dos magistrados para el tribunal de garantías, también.
En definitiva, aunque complejo, podemos aventurarnos a decir que el Tribunal Constitucional está 100% politizado y en manos del gobierno de turno, sirviendo como herramienta del ejecutivo para recabar el beneplácito de éste respecto de sus disposiciones legales.
La nueva era del Tribunal Constitucional
Ayer tomaron posesión los cuatro nuevos magistrados, predominando desde ese momento un perfil mayoritariamente progresista frente al conservador que les precedía.
El Presidente saliente, González-Trejivano, advirtió en su discurso de despedida de la necesidad de poner límites al poder político. La función del Tribunal Constitucional es velar por el cumplimiento de la Constitución por parte de todos los poderes del Estado.
Por lo tanto, y como colofón final, me gustaría reflexionar sobre la necesidad de despolitizar al máximo intérprete de la Constitución, extremo que estoy seguro que serviría para devolverles el prestigio, imparcialidad, independencia y sentido europeísta a nuestras instituciones.