El relato del Gobierno en torno al problema nacionalista en Cataluña es ahora coincidente en parte con el que efectúa el separatismo. Así, si en el pasado Pedro Sánchez prometió endurecer las penas para los referendos ilegales y no pactar nunca con el secesionismo, en la actualidad culpa en exclusiva de la tensión secesionista vivida en tierras catalanas al Partido Popular y a Ciudadanos, esto es, a lo que el Ejecutivo considera la «derecha» española. Es lo que afirmó ayer en el Congreso el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, que en respuesta a una intervención de la líder de Ciudadanos Inés Arrimadas en la que ésta afirmó que el Ejecutivo «podrá borrar los delitos del separatismo, pero no borrarán sus infamias de la memoria de los españoles».
El discurso de Arrimadas, que juzgó que la «ambición desmedida de Sánchez constituye una amenaza a la democracia», fue rebatido por Bolaños con estas palabras: «Escuchando su intervención podrá darse cuenta de que usted es absolutamente intercambiable con la ultraderecha, con la derecha que llevó a Cataluña a esa tensión insoportable durante 2017». Y es que, según Bolaños, la derecha es «garantía de conflicto en Cataluña» y pronosticó que, si pudiesen, «volverían a tensionar la situación y a sembrar discordia y enfrentamiento».