Ramón Fauría es mentalista corporativo y conferenciante motivacional. Su enfoque es la transformación y optimización del liderazgo, del talento, de la influencia, del rendimiento, del bienestar e, inevitablemente, un incremento de las ventas empresariales. Autor de #ElLibrodelosPoderes, participó como ponente en la última edición de la Barcelona New Economy Week (BNEW). Entre otras empresas, ha trabajado para Puig, Porsche, Audi, VW, Grupo Torres, Codorníu, Pepsico, HP, Microsoft, Nintendo, Pfizer, Novartis, Esteve, CaixaBank, Banco Sabadell, Deloitte o el FCBarcelona. Sus intervenciones suelen incluir aspectos lúdicos y espectaculares.
Usted es coach de empresa y mentalista. ¿Le dicen que hay truco?
Esto es lo que ocurría cuando empecé, hace 20 años. Si decía a las empresas que era mentalista, se disparaban los clichés. «¡Este tío nos contactará con el más allá!». «¿Hablaremos de telepatía?». Imaginaban un hombre vestido de negro, con cartas escondidas.
¿Cómo les hizo cambiar de opinión?
Les expliqué que el mentalismo varía según el enfoque que se le haga. Y que mi enfoque no eran los poderes paranormales o la telepatía, sino otros poderes, muy naturales y que tenemos todos, como la gestión de las emociones, la comunicación verbal y la no verbal.
¿Dan resultado?
Tienen un gran impacto, tanto en la vida profesional como en la personal.
¿Cómo hace que un auditorio escoja el número que tiene escrito?
Conociendo los recovecos de la mente. Por eso, la neurociencia nos tilda de hackers del cerebro. Porque llegamos donde muchas veces nadie llega. Acaban siendo estrategias brutales de marketing, ventas o liderazgo.
Eso encaja con su espíritu empresarial
Si, llegados a este punto, aprovecho mi ADN empresarial y, a la vez, mi ADN del mundo del espectáculo, como mentalista. Usando herramientas muy potentes que tienen que ver con el sistema cognitivo, la empatía, la emoción, la memoria, el direccionamiento de la atención…
Son herramientas que usted tiene sistematizadas
De ellas hablo en el Libro de los Poderes. La comunicación no verbal es otro factor muy infravalorado y que se puede explotar muchísimo: la observación, las miradas, la sonrisa, la posición corporal.
En el pasado, usted fue abogado
Empecé ejerciendo en Londres y Barcelona. Aquí me di cuenta del valor que tenía la persuasión, la influencia, usar las palabras adecuadas, la inflexión, la comunicación no verbal para influir, por ejemplo, en un juzgado.
Después, fue director de ventas internacional
Si, quería algo más dinámico. Durante una década, viajé por todo el mundo. Fue otra confirmación de la importancia que tiene la capacidad de persuasión en las negociaciones. Paralelamente, cultivaba la gran pasión de la magia psicológica, la de la mente, y participaba en espectáculos
¿Qué le apasionaba de la magia?
Me preguntaba ¿cuáles son los límites de nuestra mente? Eso me fascinaba. E invitaba a la gente a descubrir hasta dónde podemos llegar…
Unir ambas disciplinas ya era sólo cuestión de tiempo
Asi es. Es una combinación singular, fruto de la trayectoria que he seguido. No es simplemente “magia de la mente”, ni tampoco “neurociencia”. Ni “marketing” o “coaching”. Es una mezcla. Eso es lo que lo hace singular y bonito.
¿En qué se diferencian la magia y el mentalismo?
En la magia siempre hay un “qué” detrás. El mentalismo es lo que los ingleses denominan “suspension of disbelieve”. Un estado mental abierto a las enormes posibilidades de muchas habilidades humanas. Y aquí lo dejamos, para que cada cual saque sus propias conclusiones.
El propósito cambia…
Si, así como en el teatro, el mentalismo se usaría como finalidad última para entretener, para las empresas utilizo estos conocimientos como medio para llegar a un fin. Comunicar mensajes poderosos, valores o cultura de empresa, de forma inigualable.
Con su tono de voz, enfatiza cosas
Si, el tono de voz puede cambiarlo todo. De “buenos dias…” a “¡¡¡Buenos días!!!” hay un gran cambio, aunque el contenido sea el mismo. Entre “si…” y”¡¡¡Si!!!”, también. Este es otro mundo fascinante que se nos abre, el poder de la palabra.
Las palabras no son neutras
Ciertamente, no lo son. Cada palabra tiene un significado, no son neutras. Las podemos utilizar como armas destructivas o como herramientas constructivas. No sólo describen, también crean realidades. Un ejemplo sería “No me gusta que” … tanto en entornos personales como profesionales, esta frase nos lleva al conflicto.
Porque igual a mí, sí que me gusta…
Si lo cambiamos por “me gustaría que”, la cosa cambia completamente. La conversación se transforma y pasa a ser solucionadora, funcional, a desarrollar liderazgos. Una palabra, un gesto, un nombre, un olor o una música pueden cambiar totalmente una toma de decisiones y, por tanto, un resultado.
Fascinante
O aterrador, porque somos muy sugestionables. Por eso, en mis intervenciones nos sumergimos en este increíble universo, y mi trabajo es conducirlo en línea con los objetivos de la empresa o institución.
¿Por ejemplo?
Presentaciones de objetivos y actividades empresariales; refuerzo del espíritu colaborativo de equipo; celebraciones o reconocimientos; optimización del “mindset” y liderazgo empresarial.
Estamos en plena transformación digital
Y, si nos fijamos, transformación digital es, básicamente, transformación cultural y lo que exige es un cambio de “mindset”. Coincide con mi propósito: ayudar a optimizar esta nueva mentalidad, transformar el talento, la experiencia de cliente, la experiencia de empleado…
Veo que tiene un sobre en el bolsillo de la americana…
Como pequeño regalo, quería compartir una experiencia. Piensa en un número importante en tu vida, de 1 o 2 cifras. Imagina ahora que tienes un dado gigante de 6 caras en las manos. Cuando diga 3, lo tiras. 1, 2…¡3! Fenomenal. ¿Qué número ha quedado arriba? ¿No será el 6?
¡Si!
La verdad es que he ayudado un poco… Y ¿cuál era el número importante que pensaste?
El 21
21 + 6 = 27. Mira, mira el número que tengo escrito en el papel de mi bolsillo…