No se si la confrontación a cara de perro a cuenta del caso Dalmases entre posibilistas , encabezados por Turull, y rupturistas, a las ordenes de Laura Borràs y, en última instancia, de Puigdemont, acabará en la ruptura de Junts o no. Se trata de discrepancias estratégicas y tácticas profundas que vienen de lejos y que se pusieron de manifiesto con toda su crudeza en la votación de la militancia que dio el triunfo a los partidarios de salir del gobierno de coalición con ERC. El caso Dalmases sería anecdótico, y ni siquiera hubiera visto la luz, sin esta guerra de fondo. Que los posibilistas acaben saliendo de Junts creando un nuevo partido es posible pero no probable. Una nueva formación de independentismo light, sin un liderazgo claro, aunque pueda tener apoyo económico, es una apuesta arriesgada, más cuando ERC quiere ocupar ese espacio como demuestran los fichajes del nuevo gobierno. Más probable es que si la batalla interna la acaban ganando los Turull, Girò y compañía los seguidores de Puigdemont acaben montando un nuevo partido con la ANC.
Sea como fuere, las guerras internas debilitan a las formaciones que las sufren y Junts no será la excepción. Lo que esta por ver es quién se beneficiará de la división de los posconvergentes.
La mayoría de votantes de Junts que se desengancha del procés se identifica con el centro y la derecha fiscalidad, inmigración o ideología de género
ERC quiere ocupar el espacio central del independentismo y es consciente de que, a la espera de otra ventana de oportunidad, debe reforzar su imagen de buena gestión y capacidad de negociación. Hay demanda de ello en la sociedad catalana, incluidos parte de los votantes independentistas de la última década. Todos los indicadores muestran un creciente desapego por la política. Un estudio publicado por La Vanguardia muestra el descenso de la conversación independentista en las redes sociales. Todos los medios de comunicación apreciamos un descenso de los clicks en las noticias relacionadas con el procès. Incluso en TV3 diversos responsables han señalado que cuando sale un político en pantalla baja la audiencia.
Sin embargo esta apuesta centrista de ERC tiene sus límites. Por sus contradicciones, no acaba de querer abandonar el discurso independentista por no dejar demasiado espacio a Puigdemont, y por su identificación con la izquierda. La mayoría de votantes de Junts que se desenganchan del procès se identifican con el centro y la derecha en temas tan sustanciales como la fiscalidad, la inmigración, o la ideología de genero por poner algunos ejemplos.
Feijóo necesita más empatía con Catalunya, lo que debe visualizarse renovando su imagen, su discurso y sus liderazgos
Por ello, como ya he explicado en otros artículos, el PP de Feijóo tiene la oportunidad de pescar en esas aguas revueltas, lo que tendría la virtud, visto desde el constitucionalismo, de crecer entre los que han votado independentismo y no sólo dentro del bloque constitucionalista. Paso necesario para acabar con las mayorías absolutas independentistas en el Parlament. Para ello , como ha señalado el propio Feijóo, necesita más empatía con Catalunya lo que debe visualizarse renovando su imagen, su discurso y sus liderazgos.
El PP no debería conformarse con una mejora de sus resultados en Catalunya a base de recuperar votantes de Ciudadanos y Vox. Esta posibilidad se va a dar por la dinámica política que sitúa al PP como una opción de gobierno a nivel español. Debería ir más allá y tratar de romper los bloques. Mejor ocasión dudo que vuelva a darse.