El Parlamento de Cataluña apeó de la presidencia a Laura Borràs, con gran disgusto por su parte, al haber sido procesada por prevaricación, fraude, falsedad documental y malversación continuada siendo directora de la Institució de les Lletres Catalanes (2013 – 2017). Perdió su escaño, sin esperar sentencia judicial, porque así lo establece el reglamento del Parlamento y porque sus compañeros de legislatura no podían hacer una excepción en su caso. Y la mayoría, por supuesto, tampoco querían. Lo parecía, pero no tenía por qué ser el final de su carrera política.
A la postre este final no va a depender tanto de la sentencia sobre los 300.000 euros más o menos de los contractos fraccionados como de los líos que arma a su paso el diputado Francesc de Dalmases —hasta el martes 25 por la tarde vicepresidente de JxCat y mano derecha de Laura Borràs—, quien pretendiendo defenderla la hunde cada día más en el descrédito.
Nueva pérdida de nervios
Aún colea la bronca que protagonizó en TV3 después de una entrevista a Borràs, el pasado 9 de julio, que no transcurrió con la placidez que Dalmases creían tener acordada. En lugar de correr un tupido velo, el partido encargó un informe a Magda Oranich. Si hubiera sido sólo un informe interno para determinar los hechos, no hubiera pasado nada; pero hecho el informe, a algún mandamás de JxCat no se le ocurrió nada mejor que darlo a conocer. Y he aquí que el domingo 23 Nació Digital lo publica íntegramente, para que quede claro a todo el mundo, por si alguien lo dudaba, que la periodista del Faqs se sintió intimidada por Dalmases.
Magda Oranich certifica que hubo una discusión iniciada por Dalmases; que hubo gritos y ruido; que la subdirectora del programa, Mònica Hernández, «se sintió intimidada», y que la disculpa que formuló Dalmases posteriormente, diez días después, ha quedado ahora anulada, puesto que «hablando con el diputado ha dicho que esa disculpa no suponía aceptación de culpa» —no puede haber una disculpa si no implica el reconocimiento de una culpa—. Concluye que «sean cuales sean los motivos de su disgusto y enfado sobre cómo se habían producido los hechos [la entrevista a Borràs], entiendo que la actitud del diputado Francisco de Dalmases el día 9 de julio de este año fue incorrecta»; que «Dalmases perdió los nervios, y [que] perder los nervios de forma tan exagerada y en público es una situación a evitar, y más aún cuando quien los pierde es un representante público». Habría que añadir que perder los nervios en privado, en los pasillos de una emisora de televisión, y aunque no trascienda al público, tampoco es algo recomendable.
Dalmases se apresuró a calificar el informe de irregular y tendencioso y afirmó que «la filtración producida, que deteriora públicamente mi reputación, debería dar lugar a la apertura del correspondiente expediente por parte del partido, con la depuración de las responsabilidades que correspondan».
Y como los asuntos que no mejoran, empeoran, resulta que al día siguiente de darse a conocer el informe, Magda Oranich denuncia en Catalunya Ràdio haber recibido presiones inaceptables del entorno de Dalmases durante la investigación. Además, aunque «puede entender que no le haya gustado [a Dalmases] que se concluya que actuó de manera incorrecta, lamenta profundamente que prefiera levantar sospechas sobre quién ha filtrado el documento en vez de centrarse en sus acciones, hecho que a su parecer indica que sigue fuera del mundo».
Métodos de actuación inaceptables
Albert Soler, en el Diari de Girona —En Dalmases de les amenaces—, aconseja a Dalmases que siga adelante con el mismo método, de tal manera que una agresión haga olvidar la anterior: «Si no le gusta el informe que ha hecho la abogada Magda Oranich sobre su comportamiento con una periodista de TV3, a quien al parecer gritó, zarandeó e intimidó, lo que procede es hacer lo mismo con la autora del informe, y listos. Ir al despacho de la abogada, acompañado de su inseparable Laura Borràs, encerrarla en una habitación y demostrarle quién manda aquí. Éstos son los métodos habituales, para qué cambiarlos a su edad.»
También ironiza Joan Vall Clara, en el Punt-Avui —Pressionar Oranich!—, sobre el irascible diputado: «¿De verdad tenían que generar un nuevo caso presionando a Oranich como ha dicho que la presionaron? Los periodistas del Faqs, los de Nació Digital, los del grupo Barnils, Magda Oranich… ¡Esto es una conspiración universal en toda regla! ¡El mundo contra Dalmases!»
José Antich, en el Nacional —Amenazas y presiones—, afirma contundentemente: «Las demoledoras revelaciones de la abogada Magda Oranich sobre las presiones que ha recibido de Laura Borràs por el informe relativo a Francesc de Dalmases, lejos de zanjar el asunto, ponen de relieve métodos de actuación absolutamente inaceptables.»
Y apunta algunos datos de su biografía: «Oranich, a sus 77 años y alrededor de 50 años ejerciendo como abogada, tiene un currículum suficientemente sólido (…) Sus inicios como abogada de Salvador Puig Antich e integrante del equipo jurídico de una de las últimas personas ejecutadas por el franquismo, el militante de ETA Jon Paredes Manot, Txiki, en el consejo de guerra sumarísimo celebrado el 19 de septiembre de 1975 son excelente carta de presentación. A partir de aquí, cinco décadas como defensora de los derechos humanos…» Es obvio que ninguna trayectoria es garantía absoluta de veracidad, pero alguien que ha asistido a consejos de guerra en los años 70, poco miedo va a tener de los políticos bocazas de hoy en día.
En el mismo Nacional, Jordi Galves —Borràs es la candidata de ERC— da por acabada la trayectoria de Laura Borràs: «La posición política de la gran esperanza blanca del independentismo legitimista ha acabado tornándose negra, calcinada por su propia incapacidad política, por la imposibilidad de rectificar que demuestra, por no saber corregir errores ni ir más allá de su propio martirologio biográfico. Es una política bloqueada y solitaria. El martirologio que se ha esforzado en buscar sigue y exagera aún más al patrón grandilocuente del presidente Torra.»
Más todavía: «El conflicto es propio de la biografía de Laura Borràs mucho antes de que entrara en política. Mucho antes de que se hiciera independentista Laura Borràs ya trabajaba exclusivamente para Laura Borràs, la causa más noble del mundo en su modestísima opinión (…) Sus formas autoritarias, individuales, tramposas, egocéntricas, clientelares, son siempre las mismas. (…) No ha dejado de intimidar y amenazar a sus críticos allá donde ha ido.» Galves será probablemente el último en dejar de creer en el proceso a la independencia, para el que reclama, eso sí, «renovar completamente la plantilla de nuestros políticos», aunque nunca dice de dónde podrían salir los substitutos. En un artículo anterior —Políticos que no cumplen— denuncia una vez más la clase política catalana, esa «clase humana superior de Cataluña», y los retrata así de bien: «Una aristocracia encaramada en lo alto y que, por fabulación imprudente, por fantasía insana —probablemente porque están muy acostumbrados a mentir—, acabaron amenazando al Estado español con la independencia catalana. Esperando que Europa les acabaría sacando las castañas del fuego.»