La decisión de Pere Aragonès de solventar la crisis abierta por Junts en el Govern nombrando un nuevo Ejecutivo autonómico ha hecho a estallar a la posconvergencia este domingo. La salida del partido de Carles Puigdemont del Govern ha sido solventada por el republicano colocando al frente de las áreas antes gestionadas por Junts a excargos públicos procedentes de ERC, el PSC, Convergència y Podemos. Así, Aragonés ha presentado un nuevo equipo en el que se integrarán a partir de esta semana Natàlia Mas (Economía y Hacienda, ERC), Meritxell Serret (Acción Exterior, ERC), Joaquim Nadal (Investigación y Universidades, ex PSC), Juli Fernández (Territorio, ERC), Gemma Ubasart (Justicia, Derechos y Memoria, ex Podemos), Manuel Balcells (Salud, ERC), Carles Campuzano (Derechos Sociales, ex Convergència).
Con este nuevo Ejecutivo, Aragonés considera que «Cataluña tendrá un Govern de país». Así lo ha manifestado en un mensaje publicado en Twitter en el que, además, ha señalado que se trata de un equipo que «representará los consensos del 80% de la ciuadanía» y gobernará «para Cataluña entera».
La pataleta de la expresidenta
A estos nombramientos han respondido desde Junts con duras críticas. La presidenta del partido, Laura Borràs, ha recordado que este nuevo Govern «no ha pasado ni por el Parlament ni por las urnas». Por ello considera que «no tiene legitimidad política ni democrática». «Le esperamos en el Parlament o en las urnas», ha añadido en un mensaje citando a Pere Aragonés.
El secretario general de Junts, Jordi Turull, ha mostrado también en Twitter su rechazo a la estrategia de Aragonés. Turull ha asegurado que será en la Cámara autonómica donde se podrá comprobar si el nuevo Govern «representa el consenso del 80%». «Es un tema de radicalidad democrática», ha explicado en el mismo mensaje, «renovar la confianza de la cámara una vez que se ha apartado de los compromisos contraídos por los que fue investido presidente».