El mes pasado, ante los retrasos por una avería de los trenes de Renfe, el separatismo insistió una vez más en que la solución pasaba por traspasar las competencias de este servicio a la Generalitat. Uno de los que más insistió en el asunto fue el hoy destituido vicepresidente de la Generalitat, Jordi Puigneró, víctima de la crisis desatada entre republicanos y neoconvergentes. «Esto solo se arregla cogiendo un transporte alternativo que se llama independencia», aseguró. Y añadió: «Se acabaron las excusas, ya no nos sirve otro argumento, hay que sentarse y negociar el traspaso».
Pues bien, hay quien se ha acordado de estas declaraciones tras el colapso sufrido por los Ferrocarriles de la Generalitat en Barcelona, que acumularon retrasos de más de una hora por la mañana —el periodo de mayor afluencia— debido a tres averías prácticamente simultáneas: una a la altura de Sant Cugat y dos en Sàrria. Debido a ello, las frecuencias de paso quedaron alteradas durante parte de la mañana, viviéndose aglomeraciones en distintas estaciones que fueron difundidas y criticadas por numerosos usuarios en redes sociales.
«Cuando la gestión se realiza desde Cataluña todo funciona mejor», han sido, por ejemplo, las irónicas palabras de Ricard Rigall, profesor de Economía en la Universidad de Gerona. También desde el poder político se han lanzado reproches al Govern.
«Hoy, más de una hora de retraso en por tres trenes averiados. ¡Suerte que un traspaso al Govern garantizaría por ley divina que Cercanías fuera como un reloj! ¿A quién debemos traspasarle los FGC para garantizar su servicio, eh, Jordi Puigneró?», ha señalado el alcalde socialista de Sant Joan Despí, Antoni Poveda.