El cese del vicepresidente de la Generalitat, Jordi Puigneró, por parte del president Aragonès ha situado a la coalición gobernante al borde de la ruptura. Aragonès ha justificado la decisión por la pérdida de confianza que supone que Puigneró no le informase de la intención por parte de los neoconvergentes de plantear una cuestión de confianza por su supuesta falta de iniciativa secesionista. Recordemos que, desde Junts, en los últimos tiempos, vienen amenazando con romper la coalición si no se cumplen tres requisitos: unidad de acción en Madrid, crear un sanedrín separatista de partidos y entidades y que en la mesa de negociación con Sánchez solo se aborde la amnistía y la autodeterminación.
Sin embargo, las razones esgrimidas por Aragonès no han mitigado el fuego originado por la decisión, que ha sido recibidas por Junts con un comunicado de tintes explosivos: «La decisión del presidente de la Generalitat de cesarlo es un error histórico que pone en peligro la continuidad del proyecto independentista». En la misma línea contundente se ha expresado el expresident fugado de Justicia Carles Puigdemont que ha acusado a los republicanos de deslealtad a Cataluña. «La lealtad que importa es la lealtad a Cataluña. Jordi Puigneró la ha demostrado siempre, y desde hace años. Otros no podrán decir lo mismo cuando dejen el cargo», ha sentenciado.
Ante semejante incendio, los posibles desenlaces se presentan inciertos. Uno de ellos sería que Junts expulsase a ERC del Govern, opción que permitiría a los primeros culpar de todo a los segundos. También podría darse que Junts saliese por su propio pie de la Generalitat, pero muchos consellers prefieren quedarse —presumiblemente, en aras de su estabilidad económica—. Otros analistas ven posible también que Junts reanude su moción de censura, que se impulse una remodelación de los consellers o que se adelentan elecciones. Sin embargo, tampoco es descartable que, una vez remitan los movimientos sísmicos originados por el cese, todo siga igual que antes.