El enfrentamiento entre ERC y Junts se ha agravado desde el cese de Laura Borràs como presidenta y diputada del Parlament tras su imputación judicial por un presunto caso de corrupción. El debate de política general celebrado ayer en la Cámara autonómica evidenció la situación insostenible en la que se encuentra la coalición de gobierno. Tanto es así que Junts exigió al presidente Pere Aragonés que se someta a una cuestión de confianza. Algo que ha generado más que incomodidad en las filas de una ERC que parece cada vez más inclinada hacia la reedición de un nuevo tripartito con el PSC y En Comú-Podem.
La relación entre ambas formaciones se ha ido tensando cada día más. Buen ejemplo de ello ha sido lo sucedido con la manifestación del 11-S, organizada por la ANC, Òmnium Cultural y la AMI. La ANC está ahora mismo en manos de Junts y sus dirigentes, con Dolors Feliu a la cabeza, no dudaron en plantear la protesta de la Diada como un reproche al Govern, pero sobre todo a ERC. Aragonés no aceptó el reto y decidió no participar en la marcha. Lo mismo hicieron otros pesos pesados del partido como su secretario general, Oriol Junqueras, o el portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián.
La exigencia de la CUP
A estas horas, Aragonés mantiene un encuentro extraordinario del Consell Executiu del Govern, tras haber suspendido toda su agenda y convocado diferentes reuniones a lo largo del día. En la reunión participan todos los consellers de ERC y Junts y los rumores de una posible salida de la posconvergencia del Govern son insistentes. Junts reclamó ayer a Aragonés la cuestión de confianza, con el objetivo de que sea el Parlament el que dé su apoyo o no a la gestión del republicano. A esta petición se ha sumado también la CUP. Y es que ni unos ni otros comparten las líneas generales de la estrategia de ERC en lo que a la independencia se refiere. Mientras que lo republicanos siguen defendiendo a capa y espada la negociación con el Gobierno central para conseguir un referéndum legal y una nueva ley de amnistía, en el sector más radical del separatismo se observa esto como una dilación del proceso y un retorno al autonomismo que no están dispuestos a aceptar.