Este mes de agosto se han producido dos acontecimientos políticos que pueden ser determinantes de la política catalana y española en los próximos comicios. Especialmente en las generales, aunque, en menor medida, también en las autonómicas y municipales.
El primero, la dimisión de Àngels Chacón como líder de Centrem. El segundo, las declaraciones de Feijóo reconociendo que al PP le ha faltado empatía con Cataluña y que un buen resultado en Cataluña es primordial para alcanzar la Moncloa.
Centrem nació muerto. Las grandes expectativas iniciales se vieron frustradas por las luchas partidistas entre las organizaciones que lo fundaron que desvirtuaron el sentido de la formación: ser un partido posprocès capaz de aunar a catalanes que estuvieron en bandos diferentes en el referéndum de 2017. Se trataba de visualizar un abrazo de Vergara a la catalana y acabar con las trincheras. Dar por finiquitada, ni que sólo fuera a corto y medio plazo, la división entre independentistas y no independentistas de una forma explícita y sin complejos. No fue posible. El peso del PDeCAT y el papel de Germà Gordó lo hicieron imposible. Chacón no pudo con sus antiguos correligionarios. La imposición de vetos a militantes de la Lliga fue la expresión de un fracaso que con la dimisión de Chacón se ha materializado de forma definitiva. No se tuvo el valor de hacer de forma expresa lo que ERC hace de forma vergonzante. El fin de Centrem deja huérfano a un sector de catalanes, quizás no muy numeroso cuantitativamente, pero que puede ser determinante para que el PP, si pone de su parte, pueda superar los errores del pasado que el propio Feijóo reconoció en una entrevista en El País este mes de agosto. «Falta de un mínimo de empatía» decía Feijóo. Y como reconoce el propio dirigente popular, con unos malos resultados en Cataluña es muy difícil alcanzar la Moncloa y, de alcanzarla, tener un periodo de estabilidad que permita abordar los numerosos problemas de nuestro país y que no pasan por la independencia de Cataluña en los próximos años. Además, la crisis de Junts, su radicalismo, la evidencia que la independencia no esta «a tocar», hace que muchos catalanes de centro y derecha, votantes de Junts, prioricen, ahora, acabar con el gobierno de izquierdas en la Moncloa. Y el único que puedo hacerlo es Feijóo.
El fin de Centrem deja huérfano a un sector de catalanes, quizás no muy numeroso cuantitativamente, pero que puede ser determinante para que el PP, si pone de su parte, pueda superar los errores del pasado
Para conseguir esa confluencia el catalanismo de centro debe superar su tradicional rechazo a un PP que con Feijóo, como ha demostrado en Galicia y ha ratificado con las declaraciones mencionadas, tiene una visión distinta a la histórica del PP de la España de las autonomías en general y de la convivencia entre lenguas. Feijóo, por su parte, debe ser generoso y debe promover una confluencia que no sea una mera integración individual. En materia de modelo socio-económico no hay diferencias.
El resultado de Cataluña puede ser determinante para que Feijóo pueda formar gobierno con la fuerza necesaria para gobernar sin excesivas hipotecas.
No va a ser una tarea fácil. Las reticencias de unos y otros, especialmente las del PP catalán, siempre ocupado en sus luchas internas, serán muchas. Pero la recompensa, si se logra, merece la pena. Esta en juego el Gobierno de España y las alianzas que deban realizarse para alcanzarlo. La experiencia de esta legislatura es devastadora. Un gobierno de un PP sometido a Vox tampoco se vislumbra como una solución óptima. El resultado de Cataluña puede ser determinante para que Feijóo pueda formar gobierno con la fuerza necesaria para gobernar sin excesivas hipotecas. Vale la pena el esfuerzo.