El separatismo siempre ha negado cualquier atisbo de fractura social en Cataluña por cuestiones políticas, incluso durante los días más crudos del proceso secesionista. Sin embarbo, y a pesar de que según el Ejecutivo central los indultos concedidos a los autores del golpe contra el orden constitucional de 2017 han abierto una etapa de «concordia» en la comunidad, no son pocos los que ven con preocupación el radicalismo de los principales voceros del movimiento. Uno de los intelectuales más extremistas es el politólogo madrileño Ramón Cotarelo, que en un acto reciente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha asegurado que si su vecino fuese votante de Ciudadanos no le dirigiría la palabra.
Así, Cotarello, en un acto de la ANC en Sabadell, ha manifestado que «si mi vecino vota a Ciudadanos, yo no le hablo». Y ha asegurado: «Y él a mí tampoco. Y supongo que si él pudiera me mataría. Yo a él no». En la misma intervención, Cotarello también ha sentenciado que ahora mismo la secesión de Cataluña es una «cuestión de vida o muerte», dado que la «lengua» y el «espíritu» del pueblo catalán «se están muriendo».
El radicalismo de Cotarelo no es nuevo. En 2019 se trasladó a vivir junto a su familia a Sant Julia de Ramìs, la localidad catalana donde vivía el expresidente de la Generalitat y fugado de la Justicia Carles Puigdemont. Entre otras cosas, ha defendido la violencia para alcanzar la secesión: «La independencia deberá ser violenta porque no hay independencias incruentas». Asimismo, no ha dudado en cargar en numerosas ocasiones contra partidos nacionalistas como Esquerra Republicana, a quien ha tildado de «secta fascista». De la quema tampoco salva a Junts per Catalunya, a los que considera unos «vendidos», exceptuando a Puigdemont.