Tras el indulto a los políticos separatistas que se levantaron contra la legalidad en 2017 por parte del Gobierno de Sánchez, parte de la estrategia actual del secesionismo se basa en alimentar un supuesto agravio lingüístico alertando de que el catalán entrará en proceso de extinción si no se sigue excluyendo al castellano de la escuela y la Administración. Este discurso, sin embargo, choca con las cifras de uso del catalán —según datos de 2019 de la propia Generalitat, lo conoce el 94% y lo habla el 82%—, así como con el trato que dispensan las instituciones del Estado a una de sus lenguas regionales. Así, no solo el Instituto Cervantes ofrece cursos de catalán en el extranjero, sino que la Monarquía incluye dicha lengua en sus actos protocolarias en Cataluña.
Sin ir más lejos, la princesa Leonor, durante los premios de la Fundación Princesa de Gerona, pronunció parte de su discurso en catalán —el resto, lo hizo en inglés y castellano—. El perfecto catalán del que hizo gala la princesa recibió en las redes muchos parabienes, siendo numerosos los mensajes que incidieron en que Leonor se expresaba en la lengua de Pompeu Fabra considerablemente mejor que, por ejemplo, un político separatista hijo de la inmersión lingüística: Gabriel Rufián.
Llamativamente, el secesionismo ha permanecido mayoritariamente en silencio ante el gesto lingüístico de la princesa, y los principales líderes del movimiento han evitado pronunciarse al respecto en las redes sociales.