El nacionalismo sigue con su plan de rehabilitar al expresidente de la Generalitat y corrupto confeso, Jordi Pujol, cuyas políticas e ideas supremacistas han sido según algunos analistas el germen del procés que arruinó la economía catalana y fracturó la convivencia entre catalanes. Primero, fue el conseller de Economía Jaume Giró el que en un acto ante el propio Pujol afirmó que se sentía «orgulloso» de su legado, pese a que éste ocultó una fortuna durante más de 30 años en Andorra y su familia ha sido considerada por los jueces como una «organización criminal».
Y hoy mismo, ha sido el propio Pujol el que ha tratado de lavar su imagen en una entrevista en Aquí Cuni de Ser Cataluña señalando que le «duele que le llaman corrupto». « A mí que me venga el Gobierno del Estado, el fiscal general que me diga que soy corrupto y le diré ‘escuche, dígame en qué caso yo he actuado de forma corrupta», ha manifestado, recurriendo de nuevo —como en los 80— a la teoría de la conspiración española contra Cataluña —que es también la que esgrime la recién procesada presidenta del Parlament, Laura Borràs.
«Nunca he cobrado ni una peseta», ha aseverado el president. Asimismo, en el caso de su familia, ha confesado que «alguna persona ha podido hacer algo, pero destacando que «pondría la mano en el fuego por la mayoría de mi familia». Finalmente, ha reconocido «arrepentirse» de su confesión de 2014 en la que explicó como ocultó fondos al fisco procedentes de una fortuna familiar. «Para mí, es una situación penosa», ha concluido.