El reciente tiroteo ocurrido el pasado 24 de mayo en la escuela primaria Robb en Uvalde, una población en el estado de Tejas de 25.000 habitantes en su mayoría hispanos muy próxima a la frontera con Méjico, ha vuelto a producir una vez más consternación en amplios sectores de la sociedad estadounidense de la que se ha hecho eco el presidente Biden en un comunicado de la Casa Blanca, Diecinueve alumnos y dos profesores resultaron abatidos por disparos de arma semiautomática (DDM4) de la familia de rifles AR-15 adquiridas legalmente por un joven de 18 años, junto con 375 balas de calibre 5.56, pocos días antes de perpetrar la matanza. No muy lejos de allí, a 488 kilómetros aproximadamente, la Asociación Nacional del Rifle (NRA) celebró los días 27-29 de mayo su convención anual en Houston, la primera ciudad del Estado sureño que Estados Unidos se anexionó en 1845 e incorporó definitivamente a la Unión tras derrotar al ejército mejicano en la guerra librada por ambos países entre 1846 y 1848. Por cierto, el presidente Trump fue uno de los invitados estrella de la convención de la NRA el viernes 27 de mayo y la asociación en tan fausta ocasión no tuvo inconveniente en prohibir a la audiencia portar armas durante su intervención.
Aterricé por primera vez a los Estados Unidos a finales de agosto de 1974 en un avión de la ya desaparecida TWA que me llevó al aeropuerto J. F. Kennedy, el presidente asesinado por dos disparos de rifle en Dallas (Tejas) el 22 de noviembre de 1963. Pocos días antes de mi llegada, el presidente republicano Nixon había dimitido para evitar su destitución y ser procesado por el escándalo Watergate. En el aeropuerto de Lisboa, donde el vuelo hizo escala, los pasajeros pudimos ver desde la ventanilla los tanques de la Revolución de los Claveles en los aledaños de las pistas. Llegué, por fin a Nueva York, no así mis maletas, y mientras intentaba recuperarlas perdí el enlace del avión que debía llevarme a Chicago. La compañía me busco un vuelo alternativo y me pagó la noche y la cena en un hotel próximo al aeropuerto de LaGuardia desde partiría mi vuelo a Chicago a la mañana siguiente.
Menciono esta pequeña epopeya personal porque al salir de la terminal para coger el minibús que había de trasladarme al hotel, la primera escena que contemplé en los Estados Unidos fue como dos policías con pistola en mano apuntaban a dos individuos de raza negra que con los brazos levantados y las palmas de las manos colocadas en el vehículo que tenían detrás eran cacheados concienzudamente por otro policía. Hasta ese momento sólo había visto desenfundar así en las películas ‘americanas’. Me impactó la escena y pensé para mis adentros: “no sé si he venido al país de las oportunidades”. Les confieso que sentí ganas de volverme a casa en el avión siguiente.
Nada más llegar a Chicago, la pequeña colonia española que allí residía y me acogió con gran cariño, enseguida me informó que había barrios seguros y no seguros, y me recomendó que al desplazarme a pie por la noche convenía girar la cabeza de vez en cuando para comprobar si alguien se acercaba por detrás y cambiar de acera si alguien se aproximaba en dirección contraria. En España, ya en el ocaso de la dictadura, las calles eran todavía extraordinariamente seguras y de lo único que convenía paradójicamente cuidarse muy mucho era en no acabar con los huesos en los calabozos de la Puerta del Sol, donde se encontraba entonces la sede de la temida Dirección General de Seguridad.
Muertes y homicidios por armas de fuego
En el comunicado emitido tras la masacre en Uvalde, la convención de la NRA expresa “nuestra más profunda simpatía con las familias y las víctimas afectadas por este horrible y malvado crimen. En nombre de nuestros miembros, saludamos el coraje del personal de la escuela, de los primeros en responder y de otros que ofrecieron sus servicios y ayuda”, ante “el acto de un solitario, criminal demente”. Y concluye manifestando que quiere aprovechar la convención para “reflexionar sobre estos acontecimientos, rezar por las víctimas… y redoblar nuestro compromiso para hacer nuestras escuelas seguras”. Comentarios similares a los que la Asociación ha venido haciendo en cada una de las ya innumerables masacres anteriores.
La dificultad para establecer un control efectivo de armas no radica exclusivamente en los intereses de la poderosa NRA que defiende lógicamente su negocio y ejerce considerable influencia sobre congresistas y senadores, alineados normalmente con el partido Republicano, para frenar cambios legislativos dirigidos a controlar la venta de armas, sino en la fascinación entre un gran número de estadounidenses de que cada individuo tiene derecho a tener un arma de fuego para defenderse. Esta idea está respaldada por una interpretación cuando menos discutible de la Segunda Enmienda a la Constitución de Estados Unidos introducida en 1791, según la cual “el derecho de la gente a tener y portar armas no debe ser infringido”, incluida con la intención de que “una Milicia bien regulada es necesaria para garantizar la seguridad de un Estado libre”. Decía interpretación cuando menos discutible, puesto que la venta de armas a cualquier persona que se acerca a un comercio minorista en Estados Unidos ni conforma “una Milicia bien regulada” ni tiene como fin “garantizar la seguridad de un Estado libre”.
En su comparecencia en la Casa Blanca, el presidente Biden se refirió también a la matanza perpetrada en la escuela primaria de Sandy Hook (Newtown, Connecticut) el 12 de diciembre de 2012 por un joven de 20 años quien, tras matar a su madre, asesinó a 20 niños y 6 adultos antes de poner fin a su vida de un tiro, para recordar que desde entonces se han producido “más de 900 incidentes documentados con armas en de fuego en zonas escolares” y concluir “estoy hastiado y cansado. Tenemos que actuar. Y no me digan que no podemos tener un efecto en esta carnicería… Que un chico de 18 años de edad pueda entrar en una tienda de armas y comprar dos armas de asalto es sencillamente malo” . En abril de 2013, siendo Obama presidente, el Senado bloqueó con 54 votos frente a 46 la aprobación de una propuesta modesta encaminada a controlar los antecedentes de potenciales compradores y prohibir la venta de armas de asalto y armas con gran capacidad de almacenamiento de balas. En esta ocasión, fue el presidente Obama quien manifestó “es un día bastante bochornoso para Washington”.
Gráfico 1. Estados Unidos: suicicidos y homicidos por 100.000 habitantes 1968-2020
Fuente: Pew Research Center elaborado con datos del Centres for Disease Control and Prevention.
El Gráfico 1 muestra el porcentaje de suicidios (línea en azul) y asesinatos (línea en oro) con armas de fuego por 100.000 habitantes en Estados Unidos desde 1968 hasta 2020. Como puede verse el porcentaje de asesinatos tras un período de relativa calma desde finales del siglo XX hasta 2014 ha registrado un repunte extraordinario al final del segundo mandato de trump y la presidencia de Trump. Según el Banco Mundial, los homicidios intencionados por 100.000 habitantes en Estados Unidos alcanzaron 5% en 2018 frente a 0%-1% en la mayoría de países de la UE y el Reino Unido donde la tenencia de armas está sujeta a controles mucho más estrictos que en el Estado ‘libre’ de América del Norte
El Federal Bureau of Investigation (FBI) proporciona información sobre los incidentes calificados como tiroteos en Estados Unidos que son los que por el número de víctimas mortales reciben mayor atención mediática. Los Gráficos 2 y 3 muestran el número de incidentes y el número de muertos y heridos, respectivamente, registrados en tiroteos activos entre 2017 y 2021.
Gráfico 2. Incidentes considerados tiroteos activos en Estados Unidos 2017-2021
Gráfico 3. Muertos y heridos en incidentes de tiroteo en Estados Unidos 2017-2021
Nota: el incidente Las Vegas Ruta 91 Festival de la Cosecha con 56 muertos y 489 fallecidos explica el pico en 2017.
Fuente: Active Shooters Incidents in the United States in 2021, p. 10. Federal Bureau of Investigation.
Como puede observarse en esos gráficos, aunque el número de incidentes aumentó considerablemente en 2020, el número de muertos, 38, ese año fue inferior al valor medio en los 5 años, 94,4 mientras que en 2017, a resultas del elevado número de muertos (56) y heridos (489) en el incidente Las Vegas Ruta 91 Festival de la Cosecha, las cifras de muertos (143), y heridos, 489, en 2017 fueron mucho más elevadas que en años posteriores. Aunque estos ‘incidentes’ puedan achacarse en casi todos los casos a perturbados solitarios, como la NRA suele subrayar en sus comunicados, el hecho indubitable es que la facilidad con que estos locos solitarios pueden adquirir armas de gran capacidad letal les facilita enormemente la tarea.
Libranos, Señor, de ser un Estado libre
Aunque organizaciones no gubernamentales como EVERYTOWN for safety siguen trabajando para aprobar legislación en el Congreso que establezca controles más estrictos sobre la adquisición de armas de fuego en Estados Unidos, las resistencias siguen siendo formidables. En 2015, partidarios del senador Cruz, que disputaba por entonces la candidatura del partido republicano a Trump en las elecciones de 2016, no dudaron en realizar una provocativa campaña publicitaria con el lema “Después de Sandy Hooks, Cruz paró la ofensiva de Obama para aprobar nuevas leyes de control de armas”. Por cierto, Ted Cruz, senador de Tejas, fue junto con Trump invitado estrella en la reciente convención de la NRA en Houston donde defendió que “el control de armas no funciona”.
Gráfico 4. Producción pistolas, revólveres, rifles, armas cortas y otras 2008-2020
Fuente: Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives, Department of Justice.
De momento el negocio de la producción y venta de armas atraviesa un auténtico auge en Estados Unidos. el Gráfico 4 muestra que en 2020, el primer año de la pandemia, se produjeron más de 11 millones de armas y se vendieron 22,8 millones, todo un récord histórico, y en 2021 las ventas ascendieron a 19,2 millones. Las iniciativas para endurecer la legislación siguen encontrando fuerte resistencia en el Congreso, donde numerosos representantes y senadores de ambos partidos están alineados con las tesis de la NRA, y se oponen a cualquier cambio en el statu quo. Desde 1998, el FBI cuenta con una oficina (National Instant Criminal Background Check System, NICS) encargada de realizar chequeos instantáneos de las personas interesadas en adquirir armas para determinar si el comprador tiene antecedentes criminales o no puede adquirir armas por alguna otra razón. De los 300 millones de solicitudes presentadas 1,5 millones resultaron denegadas, lo que nos deja con una ratio de inelegibilidad de 0,5%. Los autores de las matanzas y otros crímenes pasaron sin problemas estos controles previos.
Una parte considerable de estas compras realizadas durante la pandemia se hicieron a través de intermediarios sin licencia y vendedores en la red escapando cualquier control de antecedentes. Según EVERYTOWN for gun safety, “cientos de miles de armas fueron vendica a través de vendedores sin licencia” durante la pandemia. Para poner fin a esta situación, representantes demócratas y republicanos con respaldo del presidente Biden aprobaron la Ley H.R. 8 el 3 de noviembre de 2021 con el propósito de cerrar los resquicios existentes en la actual legislación Federal para comprobar los antecedentes de partícipes privados sin licencia de armas en cualquier transacción. En concreto, la norma aprobada establece nuevos chequeos de antecedentes en las transacciones privadas y exige a cualquier intermediario, productor o importador con licencia adquirir primero las armas y comprobar los antecedentes del potencial comprador con independencia del tipo de arma objeto de la transacción, quedando únicamente excluidos de control previo las transferencias o regalos realizados de buena fe entre cónyuges.
Han pasado más de 6 meses desde el 3 de noviembre y la Ley sigue esperando ser aprobada en el Senado. Entretanto, se han producido nuevos incidentes considerados tiroteos en Florida, Pensilvania y Tejas que han dejado un reguero de docenas de víctimas por el camino. Pero incluso si la ley llegara a aprobarse, resultará difícil implementarla y lograr efectos los efectos deseados. Para empezar, resulta casi imposible determinar con cierto grado de certeza el nivel de perturbación y los propósitos del comprador con un chequeo instantáneo de los antecedentes del comprador. En segundo lugar, alguien que viole las leyes federales de control de armas no puede ser detenido por la policía local o estatal a menos que ello suponga una violación de las leyes del estado. Por último, los Estados gozan de considerable autonomía legislativa, y mientras unos están tras los últimos incidentes dando tímidos pasos para restringir la venta de armas de fuego, los “Estados liberales y conservadores han promulgado iniciativas en sentido contrario”.
La tenencia de armas constituye un rasgo muy arraigado en la cultura de los estadounidenses que, más allá del derecho constitucional a portarlas, las consideran un medio de reafirmar su autonomía personal y reforzar su seguridad. Así lo reflejan los resultados de una encuesta realizada en junio de 2021: aunque casi 48% de los estadounidenses considera las armas un gran problema y 24% un problema moderado, sólo 53% está a favor de endurecer la legislación; 30 de cada 100 personas (39 de cada 100 en el caso de los hombres) poseen al menos un arma; y 41 de cada 100 viven en hogares donde hay armas. Las actitudes de los estadounidenses y los poderes legislativos en algunos Estados, sumadas a las dificultades para aprobar leyes federales que establezcan controles más estrictos a la adquisición de armas, no cabe esperar grandes cambios ni en el número de asesinatos ni en el de matanzas en el futuro inmediato. A Dios gracias, la mayoría de los ciudadanos a este lado del Atlántico nos sentimos protegidos y disfrutamos de grandes cotas de libertad sin necesidad de que la estatua de la libertad empuñe una pistola o fusil de asalto.
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