Parte del separatismo ha intentado convertir la figura del autor de la declaración de secesión ilegal de 2017, el expresidente de la Generalitat y fugado de la Justicia, Carles Puigdemont, en un tótem del movimiento, caracterizándolo con tintes cuasi épicos. Recordemos, por ejemplo, las manifestaciones en las que secesionistas iban cubiertos con caretas del expresident o el cartel gigante con su rostro que se colgó en un edificio en su pueblo acompañado del lema No surrender (No nos rendiremos). Sin embargo, distintas voces constitucionalistas han señalado con frecuencia la falta de épica que supuso que Puigdemont se diese a la fuga oculto en el maletero de un coche.
Ahora, otra revelación pone en tela de juicio el compromiso de Puigdemont con sus convicciones políticas. Y es que el motivo de que el dirigente nacionalista huyese a Bélgica no fue para ser más útil al movimiento promoviendo la secesión desde el extranjero o porque temiese que no iba a tener un juicio justo, sino por su aprensión a ingresar en la cárcel.
Así lo ha desvelado en una entrevista en el programa de Gemma Nierga Café d’Idees la exconsellera de Asuntos Sociales, Trabajo y Familia, Dolors Bassa. Según ha relatado Bassa —que fue indultada de su condena por el 1-O por el Gobierno—, cuando fueron a Bruselas a ofrecer su versión de lo sucedido en Cataluña, fue cuando se plantearon la posibilidad del exilio, que antes no habían contemplado. Con una excepción: la del presidente Puigdemont. En ese caso, «sí se había hablado de que existía la posibilidad de que el presidente fuera al exilio para que no acudiera a la cárcel». Y ha aclarado: «Siempre decía que ”en la cárcel lo pasaré muy mal”».