Tal y como explicó el periodista Juan Pablo Cardenal en su libro de investigación La Telaraña, el secesionismo catalán ha destinado ingentes cantidades de dinero a extender sus tentáculos de influencia y dañar la imagen de España en el extranjero. Así, sabemos que según el Tribunal de Cuentas entre 2011 y 2017 el Govern gastó 417 millones de euros a promover la secesión de Cataluña en el exterior. Ahora, tal y como ha publicado el portal antiseparatista Dolça Catalunya, sabemos que la Generalitat financió a través de publicidad institucional al medio estadounidense The New Yorker en 2018 con 27.628 euros. Se trata de la misma revista que publicó el reportaje que destapó el supuesto espionaje masivo a sesenta políticos separatistas catalanes bautizado por el nacionalismo como Catalangate.
La partida económica se puede consultar en la Memoria de la Comisión Asesora sobre la publicidad institucional de la Generalitat de 2018. Algunos analistas como José Javier Olivas, doctor por la London School of Economics e investigador en el Departamento de Ciencia Política y Administración de la UNED, han destacado como significativo que un año antes de recibir ese pago, The New Yorker publicase una serie de artículos firmados por John Lee Anderson en los que en parte se daba por válido el relato del separatismo. Esto es, retratar a España como un país que no se había desvinculado del todo del franquismo.
Por otra parte, no son pocas las voces dentro del constitucionalismo que han señalado que el artículo del The New Yorker publicado por Ronan Farrow sobre el Caso Pegasus arrancaba con una visión del problema nacionalista en Cataluña deudora del secesionismo. En este sentido, algunos han recordado que Farrow —hijo de Mia Farrow y ganador de un Pulitzer por sus textos sobre el Me Too— fue duramente criticado por Ben Smith en The New York Times por su mala praxis periodística. Así, Smith destacaba la tendencia de Farrow a narrar los hechos de manera cinematográfica ignorando los detalles que no le convienen y a insinuar conspiraciones sin aportar pruebas.