El separatismo más radical, vinculado estrechamente a Junts y al fugado Carles Puigdemont, arremete estos días en redes sociales como Twitter contra el líder de ERC, Oriol Junqueras, por la tibieza con la que está tratando el llamado #CatalanGate. Los independentistas posconvergentes consideran que el hecho de que Junqueras no haya sido espiado a través del sistema Pegasus lo convierte en sospechoso de haber formado parte de la supuesta trama estatal contra el separatismo catalán.
Lo cierto es que el líder de ERC lleva años aguantando este tipo de ataques. Ni siquiera su paso por la cárcel a causa del referéndum ilegal del 1-O ha conseguido que los ultras lo miren con simpatía. Muestran su más profundo desprecio hacia el republicano por su rechazo a la declaración unilateral de independencia y, sobre todo, por su estrategia de negociar con el Estado una nueva consulta de autodeterminación y la amnistía para todos los encausados por el procés.
El #CatalanGate ha provocado que los ataques contra Junqueras sean ahora especialmente crueles. Alguno, incluso, se ha referido a su peculiar fisonomía para criticarle. «Das mucho asco, chico», ha tuiteado este usuario, «igual que el conseller Joan Ignasi Elena, que cambia de partido como de chaqueta».
Otros, como el ex líder de Podemos en Cataluña, Albano Dante, han cuestionado el papel de Junqueras ante el #CatalanGate, llegando a acusarle de «exculpar al Gobierno», a pesar de que el republicano ha pedido dimisiones y explicaciones sobre el supuesto espionaje.
Como «federalista ibérico» se refiere otro tuitero a Junqueras. Le acusa de «diluir el aroma de nuestra casa» y de buscar la manera de que «la cultura catalana no prevalezca».
No podía, finalmente, faltar el ácido humor tuitero, del que el separatismo suele carecer pero que, en ocasiones, sí que aparece en algunos de sus mensajes.